O, como también podía titularse la entrada, sobre la lógica y la estructura interna de las proposiciones. O también: ¿puede haber un lenguaje sin léxico sub-proposicional (o sea, sin términos que permitan construir sujetos y predicados)? Es una tesis (la que responde a esta pregunta en afirmativo) que he defendido en una discusión en el blog Dialéctica y Analogía, y que quiero explicar un poquito más ahora.
. Según elinferencialismo de Robert Brandom, que, como sabéis, vengo defendiendo en variostrabajosy en variasentradasdel blog, lo característico del lenguaje es la capacidad que nos da para haceraseveraciones, afirmaciones, enunciados de los que, al afirmarlos, noscomprometemoscon suverdad. El "compromiso" consiste en que, al afirmar una frase, aceptamos dos cosas: 1) que si nos pidenrazonesde lo que hemos afirmado, podremos aportarlas (podremos explicarpor quésabemos que es como hemos dicho), y 2) que también tendremos que aceptar lasconsecuenciasque se siguen de lo que hemos afirmado (junto con otras cosas que hayamos aceptado), o bien, si estas consecuencias no las queremos aceptar, tendremos queretractarnosde lo que habíamos afirmado. Dicho de otra manera: aceptar una proposición consiste en el compromiso de utilizarla "debidamente" tanto como CONCLUSIÓN de algunos argumentos aceptables (punto 1), y como PREMISA de algunos argumentos aceptables.
Nota: por cierto, parece que a blogger no le ha gustado nada esta entrada, y la está boicoteando con formatos que es un coñazo eliminar. Lo siento mucho.Enrólate en el Otto Neurath