Bebemos menos agua de la que necesitamos para una buena salud.
El 60% del ser humano es agua, lo que nos dice la importancia de dicho elemento para nuestro organismo. Pero, a pesar del peso que tiene el mencionado líquido en nosotros, existe un preocupante desconocimiento sobre cómo, cuándo y en que medida debemos consumirlo.
“No se da la importancia y la trascendencia que tiene. Nos fiamos mucho del mecanismo de la sed, cuando éste nos puede engañar. En el momento que sentimos sed, ya hay un pequeño grado de deshidratación, entre un 1 y un 2%. Además hay una gran cantidad de información pseudo-científica que hace bastante daño a la ingesta de agua. No solemos tener la ingesta adecuada”, explica Francisco Miguel Celdrán de Haro, presidente de la Asociación de Dietistas y Nutricionistas de la Región de Murcia.
“Es un componente esencial, el principal de nuestro organismo. Pero nuestro cuerpo no tiene un depósito para almacenar agua, no tenemos grandes provisiones. Por eso debemos ingerirla directamente o a través de los alimentos que comemos. Es un elemento clave, el 60% de un hombre es agua y más de la mitad de la mujer también. En un recién nacido este porcentaje se eleva hasta el 80%, lo que denota la importancia del agua en nuestro organismo”, explica Celdrán.
Hay muchos mitos y leyendas que más que ayudar, confunden a la hora de hacer un consumo ideal de agua. “Hay que beber durante todo el día, en distintas tomas. Es importante repartirlo bien, indistintamente si es antes, durante o después de las comidas. Debe haber un reparto importante durante el día. Nuestro cuerpo está funcionando durante todo el día, nuestros órganos funcionan durante todo el día, por tanto el consumo de agua debe ser durante todo el día”, esgrime Celdrán.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria aconseja ingerir, para las mujeres, 2.000 mililitros de agua diarios (este consumo debería ser mayor, 300 mililitros más, si la mujer está embaraza, y si se está dando el pecho la aportación extra debería subir hasta los 700 mililitros). Para los hombres, el consumo ideal diario debería rondar los 2.500 mililitros.
Al contrario de lo que muchas personas creen, no por más ingesta de agua (con lo que las visitas al servicio aumentan) se adelgaza. “Cuando un paciente visita un nutricionista, el profesional hace hincapié en el agua. Pero no para la cuestión de adelgazar, sino porque intentamos educar a la persona. Si la dieta está bien estructurada, bien pautada, el paciente va a perder lo que tiene que perder, pero no porque vaya a beber más o menos, sino porque en ese momento está llevando una dieta equilibrada. No por beber más, va a perder lo que tiene que perder”, argumenta Celdrán.
“A nivel nutricional nos dejamos llevar muchísimo por los mitos y las leyendas que circulan. Y la mayoría carecen de rigor científico. En muchas ocasiones nos creemos que tenemos muchísima información, y lo que tenemos es desinformación”, sentencia.