La profesión enfermera, la enfermería, es mayoritaria y contundentemente femenina lo es ahora tanto como el cuidar lo ha sido a lo largo de las épocas desde que el grupo de primates del que provenimos adquirió estructuras familiares y sociales.
Algun@s quieren ver en esa realidad una identidad de género que condiciona nuestra posición en las relaciones interprofesionales o frente a las instancias administrativas y de gobierno ignorando el conocido fenómeno de la "inversión de género" o "techo de cristal" por el que, a partir de cierto nivel de responsabilidad y poder, se "volatilizan" las proporciones de género.
Personalmente y sin buscar ninguna prueba que me apoye (si yo también) mi observación me dice que es una sociedad estructurada de forma machista la que provoca que, además del cuidado informal de l@s hij@s, de los dependientes y de los mayores (ver gráfico), las mujeres sean mayoritarias en el cuidado profesional... y científico.
Puede que "acompañando" la cuestión de género esten algunos de los problemas de la enfermería como profesión (imagen profesional, falta de capacidad reactiva, "silencio" político) pero esto se debe a la estructuración de la sociedad en si y no al género de l@s profesionales, pero no todo está perdido ni hay que resignarse.
Porque pese a quien le pese cada vez mas enfermerAs se superan y siendo pareja, madre y cuidadora principal además son magníficas cuidadoras profesionales con una formación actualizada, centradas en las personas y que abrazan la investigación como oportunidad para mejorar su trabajo.
Así que igual habría que proponer una inciativa #EnfermeriaEnFemenino para que tanto en los planes formativos como en la legislación la profesión tenga una denominación acorde con su realidad aunque a buen seguro much@s se darán por conformes si de verdad se abordaran los problemas de la práctica profesional diaria, de la (falta de) estabilidad laboral y de la kafkiana forma de "conciliar" toda esa labor profesional con la "vida real".