Guacaranagix simbolo dominicano de la entrega
a lo extranjero
LOS dominicanos hemos sido infectados por un complejo de inferioridad terrible. Denominado como “complejo de Guacaranagix, en referencia al indígena que se alió a Cristóbal Colon, y que denota “preferencia por lo foráneo, costumbres, pensar; etc.; más que por lo propio”. Lamentablemente para el pensar generalizado dominicano “todo lo de afuera es mejor que lo propio”. Más preferencia a los artistas foráneos que a los nacionales. Apertura a leyes impuestas desde afuera que a las que nuestros propios juristas puedan hacer. ¡Aun en el sistema educativo importantizamos los métodos y los maestros foráneos y denigramos a los criollos! Pero el problema no es que se lo de afuera sea mejor que lo nuestro; sino que muchos de nosotros mismos lo decimos y llegamos a denigrar lo dominicano.
Hace mucho elimine de mi face a una psicóloga que me demostró este complejo en su máxima expresión. Por lo general soy respetuoso por el pensar ajeno; pero en ocasiones, cuando veo que el mismo es incompatible y llega al irrespeto por lo que creo y amo, mejor prefiero cortar distancia. Me molesto su menos cabo a lo hecho por nuestros patriotas dominicanos. Me considero nacionalista moderado. Lo que me da pena, pero es una realidad que vivimos, es que muchos dominicanos les preocupan más la opinión foránea que lo suyo. Ven como mala palabra el ser nacionalista, pues se consideran lo suficientemente abiertos de mente para reconocer los aportes a fuera. ¡Digo no! Aquí en República Dominicana, pese a los Guacaranagix políticos que hemos tenido en nuestros gobiernos y subidos por los guacaranagix sociales, existen personas y cosas que no le tienen que envidiar a nadie. Me gusta el pensar de México, pues una cosa es reconocer lo bueno y copiable de otros sin perder tu esencia. Ellos priorizan lo suyo y después lo de los otros. En ese sentido los haitianos nos aventajan. Ellos tienen más sentido nacional que nosotros los dominicanos. Si no hubiera sido por los gobiernos ultracorructos que han tenido, ese país sería diferente.
República Dominicana tiene buenos peloteros, jugadoras de volleyball, alpinistas que han llegado al Everest, nadadores que han roto el record, locutores, karatekas, músicos como Juan Luis Guerra, Michael Camilo, Vakero; por mencionar algunos de distintos géneros. Tenemos buenos profesores e investigadores pedagógicos que, si el MINERD fuere más inteligente, podrían preparar un currículo autóctono y asentado a nuestra realidad social. ¡No necesitamos ser un Nueva York chiquito, sino un Santo Domingo grande! Debemos dejar de querer ser como otros y ser mejores versiones de nosotros. Ser nacionalista es “amar lo que tienes y abrirte a compartirlo con los demás, sin perder la esencia de lo que eres”. Me da pena como los mismos dominicanos están destruyendo sus símbolos por querer ser aceptables a otros. Nos burlamos de nosotros mismos y de nuestras creencias, pero escondiendo ese complejo de inferioridad. Nos dejamos maltratar por los extranjeros pues creemos que ellos, tan avanzados, saben más que nosotros. En educación, que es el campo donde me muevo, sufrimos de “denigrar a los profesores dominicanos” y hasta pensar en traer maestros foráneos. Con el tema de la nacionalización de los haitianos el complejo ha tomado dimensiones que al finar nos afectara. Una de esas es el supuesto homenaje mañana a uno de los hombres más infames de la historia de esta isla, Dessaline, mañana en los terrenos de la UASD, por un grupo de haitianos. Pero los humanistas dominicanos no lo ven como nada. Quisiera ver si vamos para allá y celebramos un homenaje a Trujillo por todo lo alto, ¿qué pasaría?
Debemos dejar el complejo que nos han impuestos las clases gobernantes. Preferimos más la papeleta sucia que la dignidad limpia. Mejor hacemos caso a los “expertos extranjeros de la ONU, el FMI y demás alimañas sociales” que a los nuestros. Entiendo que nuestros políticos sean vendidos por visas, dinero para sus ONG y bolsillos de parte de esas organizaciones… ¡Pero los hijos de machepa no tenemos por qué serlo! ¿O sí?
Espero que alguien, como el jefe indio de aquel anuncio, se levante y diga: “Decir al jefe blanco que aquí no hay indio”… ¡mucho menos guacaranagies!