Apacible, la novela de Edith Scott Saavedra. Reconcilia y da reposo al alma. Necesitamos sosiego y esperanza en tiempos convulsos como los nuestros, en que en el mundo se erige, con más fuerza si cabe, el estandarte religioso para justificar matanzas, promover odio, avivar racismos y propiciar nuevamente horrores (errores) históricos.
Se echa de ver que Edith Scott Saavedra conserva viva, muy viva, una memoria histórica que la ha tocado sensiblemente en lo más íntimo. Y sabe muy bien qué significa esta memoria y qué su olvido. Hace un trabajo histórico de recuperación de unos hechos que arrancan en 1481 y van desarrollándose en los años sucesivos, hasta la expulsión de los judíos de Sefarad.
Así en esta su primera novela, la autora reconstruye la historia de unos años en que personas de las religiones judía, musulmana y cristiana convivieron en el país. Encontrar el adjetivo adecuado no resulta fácil habida cuenta de que es probable que la historia haya idealizado la calidad de tal convivencia y teniendo presente el hecho de que las ciudades conservan aún memoria de barrios divididos por comunidades religiosas.
Sin embargo, sea cual fuere la realidad generalizada, no cabe duda de que la que describe Scott Saavedra fue en más de un lugar una realidad. Y la autora nos invita a trasladarnos a una época y a unos ambientes lejanos en el tiempo, amables para todos. Nos abre una ventana a una realidad que existió y, con el transcurso de la narración, nos hace también testimonios de cómo la convivencia harmónica se destruyó con la creación de la Inquisición. Del mismo modo que se destruyó la convivencia en los Balcanes, del mismo modo que se destruyó en Europa, del mismo modo que se destruye en Israel-Palestina...
Narrada en primera persona por Sara, una joven sefardí, que tiene once años cuando comienza la novela, asistimos a la vida cotidiana de sus vecinos de Albarracín (Aragón): musulmanes, conversos, mudéjares y cristianos. A través de sus ojos asistimos a sus conversaciones, sus pensamientos, sus sentimientos. Y Scott Saavedra consigue trasladarnos a sus ambientes, hasta el punto que nos sentimos un miembro más del colectivo.
Scott Saavedra reconstruye la historia que narra en todos los detalles, detalles que nos permiten recuperar la importancia de la oralidad, de las profesiones artesanales, del nexo intergeneracional a través de la cultura, del respeto mutuo y de la influencia recíproca entre las culturas religiosas. Para ello los candiles le sirven como metáfora porque "El Sabio Rumi enseñó que hay muchos candiles pero que la Luz es la misma".
La apacibilidad se tuerce (se rompe) cuando empieza la persecución y la amenaza inquisitoria obliga al éxodo. También de este éxodo participamos como lectores.
La narración, que consigue sumergirnos a un ritmo de tiempo medieval (el tiempo transcurre a una velocidad esencialmente distinta) está llena de poesía, de momentos entrañables de relación y de historias contadas, todo ello envuelto en unos ambientes que la autora sabe reconstruir muy bien sirviéndose de un registro lingüístico de tendencia arcaizante, sin que por ello se haga extraña al lector actual.
Una novela recomendable, que se ha publicado también en inglés, The Lamps of Albarracín.
Edith Scott Saavedra
Los candiles de AlbarracínFloricanto Press, 2019, 341 pp
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