- Marina Muñoz Cervera -
El mundo, hoy en día, afronta una doble carga morbilidad (enfermedad), desnutrición y obesidad; ambas caras de la misma moneda aumentan el riesgo de muerte de las personas.
En los dos casos existe malnutrición y un desequilibrio alimentario que lleva a enfermar y aumenta nuestro riesgo de mortalidad, según refiere un artículo, publicado por Mundo Salud, hoy 7 de abril de 2014.
En la delgadez extrema o emanciación tenemos que diferenciar aquellos casos en los que no existe aporte de alimentos por carestía o pobreza, de aquellos debidos a un trastornos de la conducta alimentaria de tipo psicológico, como la anorexia nerviosa, entre otras causas, como el desconocimiento en un entorno poco proclive a una alimentación saludable o alguna enfermedad que lo provoque.
En la obesidad, también se da el caso de la ingesta excesiva de alimentos muy calóricos y poco nutritivos por pobreza económica, pero en otros casos se trata de trastornos de la conducta alimentaria de tipo psicológico, como la bulimia, comedor compulsivo, síndrome del atracón, entre otras causas.
En todos los supuestos anteriormente descritos la persona es víctima de una situación agresiva, ya sea una situación económica desfavorecida, falta de información o bien, una enfermedad de tipo de psicológico o físico y ambas, como hemos visto, pueden desencadenar obesidad o delgadez extrema.
Sea cual sea la causa de la delgadez u obesidad, nuestra salud se pone en serio riesgo. Y así lo demuestra un trabajo coordinado por científicos del St. Michael’s Hospital de Toronto (Canadá), que revisó los datos de 51 estudios que previamente habían analizado las consecuencias de que la báscula marque unas cifras u otras.
Los resultados del análisis demostraron que las personas con un índice de masa corporal (IMC) inferior a 18,5 tenían casi dos veces más riesgo de morir que aquellos cuyo peso se encontraba dentro de los parámetros considerados normales. La probabilidad era similar a la que se asociaba a presentar exceso de peso u obesidad, señalan los investigadores.
No he podido leer el estudio original pero, según refiere Mundo Salud, ha sido publicado en la revista Journal of Epidemiology and Publich Health.
Nuestro IMC es solo un indicador antropométrico y como bien dice el artículo, puede estar aumentado porque nuestro esqueleto pese más que otros o tengamos mucha masa muscular. Por ello, la medida de la cintura abdominal, nos ayuda a orientarnos sobre los depósitos grasos que tenemos en esa zona.
La IMC normal oscila de 18,5 a 24,9. Por debajo de 19, nuestra salud está precario y somos más susceptibles de padecer enfermedades relacionadas con la inmunidad y con el funcionamiento de los nuestro organismo en general, puesto que éste no cuenta con los nutrientes en cantidad y calidad necesarios.
Si nuestro IMC está por encima de 25 hasta el valor de 29,9, estaríamos en la situación de sobrepeso, lo que supone igualmente un riesgo para el funcionamiento de nuestro órganos internos y ello también nos coloca en una situación de susceptibilidad o riesgo de padecer enfermedades como diabetes, hipertensión, etc., entre otras. Si está por encima de 30 estaríamos en el rango de obesidad y ello nos convierte en flancos más débiles que el sobrepeso, aumentando los riesgos de padecer enfermedades relacionadas con la misma, además de encontrarnos en una situación de debilidad por el exceso volumen corporal.
En cuanto al perímetro abdominal, si el cociente entre el tamaño de nuestra cintura en centímetros y la estatura, en la misma unidad de medida, supera el valor de 0,5, estaríamos ante una posible obesidad abdominal.
Quizás, uno de los problemas que exista hoy día a la valorar ambos extremos, es asociar la desnutrición con países pobres y la obesidad con países ricos, por aquello de que la abundancia llama abundancia y viceversa. Sin embargo, lo anterior no es real, ambos supuestos se dan lugares desarrollados y poco desarrollados. La prevalencia es variable según las zonas pues las costumbres alimentarias también son diferentes y los problemas económicos son oscilantes.
Se nota mucho la diferencia, a simple vista, entre los lugares en los que la gente se preocupa por su alimentación y, aun cuando no hayan estudiado, mantienen tradiciones saludables, incluso dentro de un contexto de pobreza, y aquellos en que no existe preocupación por la alimentación y es la necesidad como impulso de supervivencia la que impera sin más inquietud que la de estar satisfecho a un nivel. En los primeros es raro ver a personas obesas ni muy delgadas, sin embargo en los segundos se puede ver de todo.
Enlaces relacionados:
Antropometría: IMC y otros índices.
La medida de la cintura abdominal en niños y jóvenes puede prevenir riesgos.
La Malnutrición, la Desnutrición y el “Hambre Oculta”.
Fuente:
El Mundo. “Delgadez y obesidad, los dos riesgos de la balanza”. Madrid, 7 de abril de 2014.
http://www.elmundo.es/salud/2014/04/07/5342d5b2e2704e1c658b4583.html
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