Delikatessen de Mallorca

Por Jgomezp24
La dificultad para acceder a una conexión amplia y rápida en Mallorca (si vives en el campo, como solemos hacer nosotros, eso es lo que sucede casi siempre...¡para bien y para mal!), hace complicada la publicación que es periódica habitual en este cuaderno. No se trata de aburrimiento ni tan siquiera de vacaciones (¡me gusta descansar haciendo cosas como ésta!), sinó de que la más sencilla operación (publicar una foto en flickr, pongamos por caso) lleva el triple de tiempo. Y acabas decidiendo que es mejor invertirlo en otros menesteres...pero las notas se acumulan, se come y bebe bien, se vive en condiciones, vamos. Y se tienen ganas de seguir contando, por supuesto. Bajo la inútil (por excesivamente polisémica) palabra "Delikatessen", se esconden un montón de "bocados deliciosos", que no tienen por qué ser sinónimo de caros ni, por supuesto, implican sólo comida o bebida físicas...
Pongamos por caso la primera foto (me temo, sí, que esto también va a parecer un reportaje de revista ilustrada...). Mallorca es una isla, como Cerdeña, como Sicilia, donde la verdura es ley. Destaco los pimientos, las cebollas y las berenjenas. Éstas son uno de los hilos conductores de la Mediterraneidad (junto con el aceite, el vino y la harina) y nosotros las hacemos como "antipasto", con la máxima sencillez: a la brasa y que reposen hasta enfriar. Con un aderezo del mejor aceite virgen de Caimari, unas gotas de vinagre de Modena, unos ajos cortados a dados y albahaca. Un par de horas así y tenéis uno de los mejores aperitivos que yo haya comido este verano. Lo tomamos con uno de los buenos rosados de estas vacaciones (pocos han sido...): el de Ca'n Majoral, Butibalausí rosat 2010, de Algaida (DO Pla i Llevant).. Un rosado hecho con uvas de cultivo ecológico, con callet, tempranillo y syrah, de 12,5%, con cuerpo y presencia y una acertada combinación de proporciones en el ensamblaje. La callet aporta cierta tanicidad, la syrah cuerpo y frescura, ésta  y la tempranillo, aromas de grosella madura, el acídulo del arándano, el juego de la pimienta roja. Muy agradable.
"Delikatessen" puede ser, sin más, tener un restaurante a mano desde cuya terraza pueda uno disfrutar de una de las playas más bonitas de Mallorca (de acuerdo, sí, sin barcos y en junio o septiembre es mucho más bonita, pero cada cual hace las vacaciones cuando puede...). No vamos dos días seguidos a la misma playa y, cada año, la primera vez que avistamos Es Trenc, todos nos quedamos sin habla: la pureza azul turquesa de sus aguas es una maravilla. El único restaurante, que se llama como la playa, telf. 971181089 (la playa no está construida: tiene sólo dos chiringuitos) está camuflado entre dunas, sabinas y lirios de mar. No es barato porque hace pagar en oro su posición. Pero si sabes trabajarte al encargado o a los mallorquines que están en el servicio (conocen mejor el pescado de la zona), tienes a tu disposición uno de los mejores lugares del sur de Mallorca para tomar pescado fresquísimo que, en la tarde-noche anterior, andaba algo despistado en los alrededores de Cabrera.
Tienen una pizarra dentro del restaurante en la que apuntan cada día la pesca del día anterior y su precio por kg. Las cifras asustan, claro, pero entonces hay que hablar con quien controla, mirar las piezas y su peso y calcular en función de los comensales. A mí me gustan los pescados sabrosos, aquellos que desayunan crustáceos y cenan langosta. Y tuvimos suerte: nos esperaba un buen pargo que, hecho también de la manera más sencilla (a la brasa y servido con verduritas de Ses Salines y un chorretón de aceite), resultó superior. Me encanta la textura de su carne, entera, casi fibrosa, y el sabor, suave pero compacto con un cierto aire de langostino que hummm...
En terrazas donde uno come pescado (y puede hacerlo descalzo), con vistas a ese bello mar, con un calor que roza los 33ºC, tiene uno que decantarse por un vino fresco y con buenos aires de fruta. De la carta, más bien escasa, destacaba el Original Muscat 2010 del celler Miquel Oliver de Petra (DO Pla i Llevant). Este moscatel vinificado en seco de Petra es un valor seguro cada año. Aporta terpenos pero no es empalagoso. Inunda tus papilas y nariz con grandes dosis de frescura y, vaya, te transmite la sensación de estar comiendo el pescado mientras granos de moscatel fresco bien maduro revientan a tu alrededor. "Paisaje nevado con explosión de albaricoques" podría ser el título de esta foto. En una reunión de amigos en otro de los reinos de la harina en Mallorca (Artà), hubo un concurso encubierto de dulces variados. Que si la ensaimada llisa de Artà, que si ensaimada con higos de Pollença, que si la coca d'aubercocs de Felanitx. No diré quién ganó, pero sí que lo que combinó mejor con el vino dulce que traje yo fue la coca de la foto, que es la que produce nuestro horno, Ca'n Figaseca de Felanitx (telf. 971580333). Creo que mis palabras entorpecerían la degustación de la foto. Así que callo. La tomamos con un vino que, hasta donde yo sé, sólo se puede comprar en España en la Tienda Gourmet Shop La sal de la Vida, de Santanyí (971653761). La propietaria, alemana, que también lo es de la Flor de Sal d'Es Trenc, tiene debilidad por los vinos de su tierra (también por los de Mallorca, conste). Y clientes que se los piden, claro...yo me aprovecho, por supuesto. De uno de los pequeños productores biodinámicos del Mosela, los Trossen (Rita&Rudolf Trossen) de Kinheim-Kindel, procede uno de los mejores Spätlese que he probado en los últimos años, su Kinheimer Rosenberg 2009. Con 9% y unos azúcares residuales que andarán en la parte baja de la escala, este vino es puro nectar maduro de riesling, fresco limón, hierbaluisa, agua de la fuente con leve mineralidad. Un vino que combinó a la perfección con el albaricoque horneado. Otro bocado delicioso.
Como lo está siendo la lectura del primer libro de memorias viajeras de Patrick Leigh Fermor (aunque escrito, para mi maravilla, 30 años después del viaje), A Time of Gifts. Vivo mi estancia en la isla, cada año, como un tiempo de obsequios, de pequeños dones en litoral ajeno, que conviene saborear con minuciosidad y paciencia. Como el relato de Fermor, de Londres a Constantinobla a los 19 años, guiado por una de las máximas de la literatura universal (en este caso, escrita por Petronio): linque tuas sedes alienaque litora quaere,/ o iuuenis: maior rerum tibi nascitur ordo. "Joven, abandona tu casa y busca las costas extrañas: te va a nacer un orden superior de las cosas".