Pongamos por caso la primera foto (me temo, sí, que esto también va a parecer un reportaje de revista ilustrada...). Mallorca es una isla, como Cerdeña, como Sicilia, donde la verdura es ley. Destaco los pimientos, las cebollas y las berenjenas. Éstas son uno de los hilos conductores de la Mediterraneidad (junto con el aceite, el vino y la harina) y nosotros las hacemos como "antipasto", con la máxima sencillez: a la brasa y que reposen hasta enfriar. Con un aderezo del mejor aceite virgen de Caimari, unas gotas de vinagre de Modena, unos ajos cortados a dados y albahaca. Un par de horas así y tenéis uno de los mejores aperitivos que yo haya comido este verano. Lo tomamos con uno de los buenos rosados de estas vacaciones (pocos han sido...): el de Ca'n Majoral, Butibalausí rosat 2010, de Algaida (DO Pla i Llevant).. Un rosado hecho con uvas de cultivo ecológico, con callet, tempranillo y syrah, de 12,5%, con cuerpo y presencia y una acertada combinación de proporciones en el ensamblaje. La callet aporta cierta tanicidad, la syrah cuerpo y frescura, ésta y la tempranillo, aromas de grosella madura, el acídulo del arándano, el juego de la pimienta roja. Muy agradable.
En terrazas donde uno come pescado (y puede hacerlo descalzo), con vistas a ese bello mar, con un calor que roza los 33ºC, tiene uno que decantarse por un vino fresco y con buenos aires de fruta. De la carta, más bien escasa, destacaba el Original Muscat 2010 del celler Miquel Oliver de Petra (DO Pla i Llevant). Este moscatel vinificado en seco de Petra es un valor seguro cada año. Aporta terpenos pero no es empalagoso. Inunda tus papilas y nariz con grandes dosis de frescura y, vaya, te transmite la sensación de estar comiendo el pescado mientras granos de moscatel fresco bien maduro revientan a tu alrededor.
Como lo está siendo la lectura del primer libro de memorias viajeras de Patrick Leigh Fermor (aunque escrito, para mi maravilla, 30 años después del viaje), A Time of Gifts. Vivo mi estancia en la isla, cada año, como un tiempo de obsequios, de pequeños dones en litoral ajeno, que conviene saborear con minuciosidad y paciencia. Como el relato de Fermor, de Londres a Constantinobla a los 19 años, guiado por una de las máximas de la literatura universal (en este caso, escrita por Petronio): linque tuas sedes alienaque litora quaere,/ o iuuenis: maior rerum tibi nascitur ordo. "Joven, abandona tu casa y busca las costas extrañas: te va a nacer un orden superior de las cosas".