Continúa en Barcelona el espectáculo del extraordinario despliegue policial para presuntamente proteger la reunión del Banco Central Europeo (BCE) y los presidentes de los bancos de los Estados del Viejo Continente. Los asistentes al grandioso evento caben literalmente y se desplazan en dos autocares, que por lo demás colapsan la Diagonal, la principal vía de entrada y salida de Barcelona, cada vez que la piara se desplaza enntre el hotel donde hozan y el Palacio de Congresos en el que se reúnen. Dado que en Barcelona hay cerca de nueve mil policías desplegados, resulta que tocan a trescientos sesenta y pico policías por banquero reunido, según calculaba el periodista José Yoldi en El País de ayer. "Demasiados policías para tan poco peligro", les espetó sarcástico un jubilado a los guardianes del Orden Público, según cuenta el propio Yoldi. ¿Cuánto nos ha costado a los contribuyentes el bizarro alarde de seguridad? seguramente millones de euros, mordidas aparte.
Al decir de la nota distribuida a los medios de comunicación, los austeros presidentes de bancos centrales comenzaron su estancia en Barcelona cenando verduritas, merluza y tarta de manzana de postre. Ya se sabe que en este mundo de locos que es el capitalismo en megacrisis, ahora resulta que los derrochadores son los trabajadores y los jubilados mientras que los ricos son partidarios fervientes de la austeridad. De la austeridad ajena, porque según explicaba esta mañana en la SER el periodista Martí Gómez, un "infiltrado" en la magna cumbre le ha confirmado que en realidad, los caballeros y las señoras asistentes se han puesto hasta las cejas de caviar y otras exquisiteces mientras hablaban de cómo seguir precarizando el empleo, aumentando el paro y destruyendo servicios públicos.
Lo mejor del caso es que los famosos "antisistema" que iban a precipitarse a millares sobre Barcelona, simplemente no han dado señales de vida. Quizá porque esas hordas solo existen en las enfebrecidas mentes de los actuales ¿responsables? de la seguridad catalana y española. Tal vez para compensar, Felip Puig sacó a la calle a un puñado de Mossos y Mossas d'Esquadra, la policía a sus ódenes, disfrazados de antisistema, con unas pintas que daban miedo; eso sí, dado que todos llevaban un brazalete que les identificaba como "policía", la rechifla ha sido general en la calle y en los medios. Y venga helicópteros, y venga cortes de tráfico y venga identificaciones de pacíficos ciudadanos. Cuenta la prensa hoy que un barcelonés, funcionario por más señas, fue detenido al salir del metro de Universitat por tirar un par de fotos con el móvil a una plaza tomada como si se hubiera repetido en ella el Desembarco de Normandía; inmediatamente fue rodeado por exaltados policías que no contentos con intimidarle y dado que no llevaba el DNI, le "retuvieron", le metieron en un coche policial y le tuvieron luego una hora en comisaría, todo ello con los gritos y la destemplanza tan de moda en las series de polis norteamericanas como desconocidos hasta fecha reciente en las policías de países democráticos europeos.
El colmo de este circo a beneficio de no se sabe bien qué fue la comparecencia en rueda de prensa del Secretario de Estado de Seguridad, un tal Ulloa. Este sujeto se atrevió a decir en voz alta que tales medidas de "seguridad "se habían puesto en marcha para evitar que se repitieran situaciones muy perjudiciales para España, "ya que al día siguiente de las manifestaciones del 29-M se disparó la prima de riesgo". El alborozo y el cachondeo entre los periodistas ante la mamarrachada fue inenarrable. Sucede que éste Ulloa antes de dedicarse a político payaso ha ejercido como juez, con lo que un servidor se pregunta qué clase de sentencias habrá dictado un tipo capaz de albergar ideas semejantes y de soltarlas en público sin pestañear.
En esas manos estamos.
En la fotografía que ilustra el post, un grupo de policías autonómicos catalanes disfrazados de "antisistemas", fotografiados en las calles de Barcelona hace dos días. Obsérvese el esmero con el que alguno lleva incluso los pantalones rotos a la altura de las rodillas.