Dennis Oppenheim elaboró una instalación con la idea de ser vista desde su interior. Una instalación en forma de pétalos con paredes curvas que permite entrar y caminar a través de su interior inundado de luz. Este interior de los pétalos es comparado con la cámara de un juez, contraponiendo el ambiente sombrío asociado a la habitación de un juez, aquí se abre al cielo a través de una bóveda de paredes translúcidas.
Una especie de tridimensionalización del estado mental que supone la toma de decisiones por parte de un juez. La obra además, otorga a los espectadores sensaciones de elevación y trascendencia.