Tanto los médicos como los pacientes, los académicos o la propia prensa asumen que, cuando leen un artículo científico sobre los efectos de un fármaco, los autores que lo firman son las mismas personas que han estado involucradas en diseño y elaboración del estudio reflejado. Al igual que, cuando se lee una novela, se espera que la haya escrito la misma persona cuyo nombre aparece en la portada. Sin embargo, ni en uno ni en otro caso ocurre siempre así.
Si en el ámbito literario se conoce como 'negro' o 'escritor fantasma' al auténtico autor de un texto que después firma otra persona, en la investigación biomédica puede darse un fraude similar: primero se prepara un informe científico en el que se destacan determinados resultados, y después se busca a investigadores profesionales que impriman su firma sobre el artículo, con el fin de simular que se trata de un trabajo independiente realizado por expertos.
Esta forma de publicación, conocida como autoría invitada ('guest autorship'), no sólo constituye una violación de los estándares éticos de la investigación, sino que también podría ser ilegal en EEUU, país líder en edición de artículos médicos y científicos. Así lo argumentan dos expertos en Derecho en la revista 'PLoS Medicine', revista de libre acceso que tradicionalmente se ha mostrado contraria a la proliferación de autores invitados.
Los juristas Simon Sern y Trudo Lemmens, de la Universidad de Toronto (Canadá), recuerdan que el Tribunal Supremo de EEUU estableció hace décadas que atribuir un estudio a un falso autor es contrario al Derecho, incluso si las conclusiones que se defienden son ciertas. Además, se han dado casos en que una farmacéutica ha sido llevada a los tribunales y se han producido problemas para identificar a los responsables de un informe, ya que los firmantes no eran realmente quienes lo habían redactado.
En definitiva, buscar a un científico para que se responsabilice de una investigación farmacéutica que no ha realizado no sólo constituye un engaño en sí mismo, sino que puede dar lugar a serios problemas legales si se diese el caso de que algo va mal con el medicamento estudiado y los firmantes del informe tuvieran que responder ante del juez. Sin embargo, esta práctica está extendida e incluso comienza a ser habitual, según denuncian algunos expertos.
"Parece que, en algunos círculos académicos, el reclutamiento de 'autores' comienza a ser considerado aceptable, y las campañas de marketing ya no se orquestan en torno a la emisión de anuncios, sino que se centran en 'evidencias' proporcionadas por artículos revisados aparentemente respetables", señalaban hace dos años los editores de la revista 'PLoS Medicine'.
-Industria oculta
La práctica, según han identificado diversos autores a lo largo de los últimos años, ha dado lugar a toda una industria oculta: existen autores e incluso empresas que ofrecen sus servicios como 'negros', es decir, son especialistas en redactar desde el anonimato informes científicos; también hay compañías de marketing -o departamentos dentro de las farmacéuticas- que planifican los plazos y el modo en que se presentará un resultado.
"Los mensajes financiados por la industria [farmacéutica] podrían infectar artículos en todas las revistas médicas", alerta la doctora Adriane J. Fugh-Berman, de la Universidad de Georgetown (EEUU). "No se sabe cuántos académicos participan, o cuántas revistas revisadas por pares están escritas por 'fantasmas', pero existe preocupación de que esta práctica pueda estar extendida", añade esta experta.
El problema, de acuerdo con los profesores Sern y Lemmens, no es tanto que los resultados sean falsos, sino que la 'autoría fantasma' debilita los fundamentos de credibilidad e integridad en los que debería asentarse la publicación de resultados científicos, y más aún en el caso de estudios farmacológicos en los que está en juego la salud de los pacientes.
**Publicado en "EL MUNDO"