Denver: Relato de mi último viaje este 2016

Publicado el 21 diciembre 2016 por Packandclick

¿Quién me iba a decir que, después de toda la tralla que he tenido este año, aún tendría tiempo para un viaje más en 2016?

Pero, sí, así ha sido. Acabo de regresar de Denver y aún estoy intentando asentar las ideas que quiero compartir contigo.

Ha sido un viaje rápido, de sólo 48 horas. Pero ha sido intenso de principio a fin.

Te puedes estar preguntado qué se me ha podido perder a mí en Denver, capital del estado de Colorado, para viajar a este lugar días antes de la Navidad. En Denver, en invierno la temperatura puede llegar a superar los -20C.

Tal y como te comenté antes de partir en mi viaje por el mundo, este 2016 ha sido un año de cambio para mí.

Dejé mi trabajo, una vida estable por la incertidumbre, y me embarqué en una aventura que me llevó a recorrer 12 países/estados en 60 días.

Parte de este cambio interior también pasaba por decidir dónde quería establecer mi nueva residencia permanente.

Adiós, Los Ángeles

Siento que mi etapa en Los Ángeles ha llegado a su final.

Siempre le estaré agradecida a LA por las amistades (pocas, pero reales) que me ha dado y por todo lo aprendido, sobre todo, de lo cruda y dura que es la vida en esta enorme urbe.

Pero yo no pertenezco a Los Ángeles, para empezar porque no tengo el más mínimo interés en el mundo del celuloide.

Sí, me encanta el cine y la música, pero como consumidora de películas o de actuaciones en directo.

Me importa un rábano lo que haga Eva Mendes con Ryan Gosling de puertas para adentro. O si Marc Anthony ha vuelto a divorciarse por enésima vez...

Esta ciudad de alimenta de todo este gossip o cotilleo de Hollywood. Y esto conlleva a otras cositas que hacen de esta ciudad un lugar, diferente y único. Frívolo.

El postureo. No puedo con el postureo.

Ese postureo de... conduzco un Lamborghini, gano equis dólares al año, soy Vice Presidente de equis y vivo en primera línea de la playa en Marina del Rey.

No puedo con ello. No puedo con esta superficialidad.

Siete años después aún no me he acostumbrado y no creo que lo haga nunca.

Y, si encima, a todo esto le añades que soy mujer... estamos servidos. No han sido pocas las veces en las que la gente del trabajo me ha dicho a ver cuándo empiezo con el botox.

Pues sí, tengo patas de gallo y ¿qué coño pasa? Es porque me gusta reír, reírme de mí y de la vida. ¡Puedo mostrar sentimientos con mi cara!

Y al botox luego le siguen las operaciones plásticas y a ello un largo etcétera en el que no quiero entrar.

En resumen, soy una persona muy sencilla y todo esto me supera a veces.

No aguanto el tráfico de esta ciudad.

No es normal que te pueda llevar hasta tres horas recorrer 18 kilómetros. ¿Dónde se ha visto esto? Ah sí, en Los Ángeles.

O que te cobren una barbaridad por un cuchitril. Pero, así es la costa californiana.

Como dicen en inglés, overrated. Lo siento LA... just keeping it real.

Así que he decidido que en 2017 cambio de domicilio. Y ahora llegamos al meollo de la cuestión. Denver.

Dos días en Denver, Colorado

Denver, es la capital del estado de Colorado. Está situada junto a las Montañas Rocosas, hacia el centro del país.

Es una pequeña ciudad que poco o nada tiene que ver con Los Ángeles.

El clima es diferente, el ambiente de la ciudad es diferente y el paisaje también es distinto.

Quería visitar la ciudad en invierno para ver si podía soportar sus frías temperatura s y no pude haber llegado en mejor momento.

El avión aterrizó a las 12 de la madrugada y estuvimos atrapados en la pista de aterrizaje durante más de tres horas debido a la tormenta de nieve.

Como me dijo un empleado del hotel en que me alojé, "¿De todos los fines de semana, has decidido venir en medio de esta tormenta?" Sonreí y no pude sino asentir.

"Si puedo con esto, puedo con todo", le dije.

Y en cierto modo es así.

Nunca antes había estado a -18C y no te voy a mentir. Se siente el frío.

Mis primeras horas en Denver no fueron fáciles.

Estaba dormida debido a la falta de sueño. Parecía un zombie.

La noche anterior no llegué al hotel hasta las 4:15 horas y entre que sacas el pijama, te lavas los dientes, haces tus necesidades, te limpias la cara y ese largo etcétera de las mujeres, me dieron las cinco de la madrugada antes de acostarme.

Llevé ropa de abrigo que había comprado en Nueva Zelanda, pero mi calzado no era el apropiado.

Sí, llevé botas conmigo pero no para soportar temperaturas de -18C.

Mis dedos de los pies parecían barritas de helado. Me dolían hasta el punto de no poder caminar.

En mi vida había pasado tanto frío en mis pies. Mi cuerpo estaba bien, calentito.

Pero no podía caminar del dolor producido por el frío.

Iba a ser un fin de semana largo si no buscaba una solución rápida a este problema.

Tuve la fortuna de que un amigo mío vive en Denver y le pregunté si me podía llevar a un centro comercial para comprarme calzado apropiado.

Y fuimos a The North Face y Columbia a buscar botas.

Me sorprendió la cantidad de gente que escuché hablando español.

No es Los Ángeles, pero hay bastantes personas hispanas viviendo en Denver. Y eso me dio algo de tranquilidad.

Puede parecer una estupidez, pero siempre me siento más cómoda cuando escucho a personas hablar mi mismo idioma.

Encontré un par de botas calentitas que mis pies agradecieron mucho. Muchísimo.

Mi primer día en Denver se fue volando entre la búsqueda de calzado y la cena con mis amigos.

Es curioso, durante mi viaje a la India comí de todo y nada me sentó mal. Y créeme cuando te digo que comí en sitios no muy higiénicos.

Y, sin embargo, la cena del restaurante indio al que me llevaron no me sentó muy bien. En fin.

Así pasó mi primer día.

Una blanca navidad

Me alojé en downtown Denver, más que nada para aprovechar mi corta estancia en la ciudad al máximo.

No hay nada como quedarse en un Sheraton y hacerlo gratis (por cierto, si algún día quieres saber mis trucos para alojarte gratis en hoteles de lujo, déjame un comentario abajo y gustosamente escribo un post al respecto.)

Decidí levantarme temprano para salir a sacar fotos de la ciudad.

Estaba preciosa, cubierta de una capa de nieve. Ideal para estas fechas navideñas.

Caminé por toda la zona de downtown y me pasó algo curioso.

Vi que una persona me seguía. Sacaba una foto y observé que a los minutos él venía detrás de mí.

Me quedé esperándolo frente al capitolio de la ciudad.

Se dio cuenta de que lo estaba observando y se acercó tímidamente.

Él: Siento si te he hecho sentir incómoda. Te estoy siguiendo, pero no creas que es con malas intenciones.

Yo: Es un poco raro, sí. Me preguntaba por qué me sigues.

Él: He visto tu cámara y me ha dado la impresión de que sabes sacar fotos. Así que he pensado seguirte para intentar sacar las mismas fotos que tú. No te lo tomes a mal, quiero llevarme un buen recuerdo de Denver. Nunca he visto tanta nieve. Soy de Los Ángeles.

Yo: ¡Yo también vengo de LA! Me siento halagada, ¡pero podrías habérmelo dicho desde el principio! Me estabas asustando un poco la verdad...

Así que, básicamente, estaba plagiando mis fotos. Pero es un halago, la verdad.

Ver que un desconocido quiera sacar tus mismas fotos porque ve que tienes "ojo fotográfico" es lo que aspiro a hacer de forma profesional. Así que le dejé que me siguiera un rato más.

Pero a las 11:00 horas había quedado con una amiga, que casualmente también se encontraba en Denver.

Fuimos a desayunar juntas a un diner. Y nos pusimos al día.

Me gustó lo fácil que era quedar con alguien en Denver. Diez minutos caminando y ya estaba en el diner.

En Los Ángeles tendría que haber salido una hora antes de casa, rezar para que no hubiese tráfico y rezar nuevamente para encontrar aparcamiento.

Recorrimos la ciudad después de desayunar hasta la hora de tener que volver al aeropuerto.

Hasta el moño de American Airlines

Y es aquí donde está la única nota discordante de este viaje relámpago.

American Airlines. No me gusta escribir cosas negativas, pero esta compañía aérea me ha sacado de quicio.

Entre las más de tres horas que perdí a la ida porque al capitán no se le ocurrió pedir estacionar el avión en otra puerta...

Y la pésima información y gestión por parte del servicio de atención al cliente, hizo que pediera 5 horas en el aeropuerto de Denver, volase al aeropuerto de LA cuando mi coche estaba estacionado en Long Beach y llegara a casa a las doce de la madrugada del lunes.

En fin. Ojalá esto sea todo lo que me vaya a pasar la verdad.

Así que ahí lo dejo. Denver 2017 o...

Aún me queda otro destino por visitar. Quiero tener una mente abierta al respecto.

En unas semanas sabré (y sabrás) dónde voy a terminar viviendo en 2017.

Una vez, gracias por tu apoyo.

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