En nuestro ego vive una “autoridad” encargada de hacernos olvidar que toda cultura o sociedad, que se genere a través de unos mitos y de unas reglas, no es más que un juego que hemos aceptado habitar. Esta autoridad nos obliga a comportarnos como “adultos”, es decir, a confundir el juego con una realidad inalterable, nos convierte en súbditos del juego en vez en creadores del mismo. Es como estar obligados a jugar una partida, nos guste o no, y sea cual sea el resultado para nosotros. En este vivir en el olvido se llama listos a aquellos que triunfan en el juego. La educación se diseña para crear súbditos, eso sí, lo más “listos” posibles. Un sabio se reconoce porque recuerda que está jugando, y porque es consciente de que el ser humano ha de estar siempre por encima de sus juegos. Lo más duro de esta situación es perder el contacto con nuestra verdadera esencia, proyectar nuestra identidad en valores y creencias que refuerzan el juego, pero que nos debilitan al alejarnos de nuestro verdadero sentir, nos convertimos en seres humanos desempoderados.
En nuestro ego vive una “autoridad” encargada de hacernos olvidar que toda cultura o sociedad, que se genere a través de unos mitos y de unas reglas, no es más que un juego que hemos aceptado habitar. Esta autoridad nos obliga a comportarnos como “adultos”, es decir, a confundir el juego con una realidad inalterable, nos convierte en súbditos del juego en vez en creadores del mismo. Es como estar obligados a jugar una partida, nos guste o no, y sea cual sea el resultado para nosotros. En este vivir en el olvido se llama listos a aquellos que triunfan en el juego. La educación se diseña para crear súbditos, eso sí, lo más “listos” posibles. Un sabio se reconoce porque recuerda que está jugando, y porque es consciente de que el ser humano ha de estar siempre por encima de sus juegos. Lo más duro de esta situación es perder el contacto con nuestra verdadera esencia, proyectar nuestra identidad en valores y creencias que refuerzan el juego, pero que nos debilitan al alejarnos de nuestro verdadero sentir, nos convertimos en seres humanos desempoderados.