El pasado mes de noviembre tuve el honor de asistir a un brunch con el diseñador Modesto Lomba en el Hotel Meliá de Bilbao, con motivo de la presentación de su último perfume, Collage.
Esta es la cara de tonta que se le queda a una escuchándole, porque detrás su serena voz y esa estética de modisto de toda la vida, se esconde alguien que se define como un creador porque verdaderamente entiende y defiende lo que significa la palabra globalización. Alguien que se implica como el que más en lo que hace. Apasionado por su trabajo y ajeno a todo egocentrismo que siempre parece que tiene que inundar a lo que al fin y al cabo no son mas que los profesionales de la moda, se muestra como un defensor a ultranza de su equipo de trabajo. Generoso y amable, sereno y apasionado a partes iguales. Así es este alavés, que aunque considera que el alma de su firma aun está en la ciudad que le vio nacer, tuvo que dar el salto a Madrid porque se estaba haciendo muy grande.
No sé si por cercanía o no, he seguido a Lomba desde los 90, cuando su marca y la del ya desaparecido Luis Devota era muy joven. Hoy es una firma consagrada. Superar la tercera década manteniéndose firme avala mucho, y más tras este último año en el que hemos presenciado cierres y despedidas inesperadas. Siempre me sorprende en Cibeles, pero está vez, y sin mostrar ninguna de sus creaciones, me dejó sin palabras. (y como dice mi madre mira que es difícil callarme a mi)
Así que lo mejor es que os deje unas imágenes y un pequeño resumen en vídeo, para que lo podáis disfrutar un poco y entendáis lo que hoy no sé explicar.
Imágenes: Víctor Sevillano