Desbalance de las bacterias intestinales: La causa de muchos males de salud

Por Camilo Camilo Acosta @camiloacos

Asma, artritis, formas de autismo, obesidad, déficit atencional, alergias, cáncer del colon, diabetes, dermatitis. Las enfermedades de hoy podrían tener la misma causa: un desbalance de las bacterias intestinales que se produce, mayormente, por lo que comemos.

¿Tan radical es la alimentación en la salud?
El Doctor Rodrigo Hurtado,  inmunólogo, académico de la Escuela de Medicina en la Universidad de Georgetown, con más de 50 años de ejercicio en Estados Unidos, reflexiona sobre el precio que está pagando la sociedad por el confort de lo inmediato.

Hurtado se hizo famoso en el ámbito médico por uno de sus primeros trabajos, en el que descubrió que las amígdalas tenían una importante función inmune y que no era conveniente sacarlas.

Con el tiempo su investigación y ejercicio fueron volcándose a lo que hoy es considerado un órgano más en el cuerpo humano: la macrobiota, un sistema de bacterias que interactúan en la flora intestinal.

“Creo que la inmunología ni siquiera es una especialidad, sino un lenguaje del cuerpo. El día de mañana, quien no lo entienda, no sabrá mucho de medicina. Porque, finalmente, la mayoría de las enfermedades tienen un componente inmunológico e inflamatorio y muchas parten en el mismo lugar: el intestino”. Afirma.

¿Por qué este órgano es tan importante para la salud humana?
Porque ahí está alojado el 70% de las células inmunes del cuerpo. Y estas células, que son las encargadas de que el cuerpo reaccione y responda al medio ambiente, se comunican directamente con las bacterias –o macrobiota– que están alojadas en el intestino. Estas bacterias son de suma importancia, y hay que cuidarlas para que puedan comunicarse de manera sana con el sistema inmune.

¿Cómo se pueden cuidar estas bacterias?
Sobre todo a través de la alimentación. Evitando el exceso de azúcar refinada, que está presente en la gran mayoría de productos procesados con otros nombres, como el jarabe de maíz, por ejemplo. Hay que pensar que el azúcar no refinada se compone de seis moléculas, mientras que la blanca solo de una. Eso implica un cambio brutal en la composición del alimento que termina por dañar la salud.

¿Por qué la azúcar refinada es tan dañina?
Entre otras cosas, porque es el principal alimento de un hongo que se puede establecer en el intestino, llamado cándida. Este hongo o levadura puede multiplicarse y terminar colonizándolo y, con ello, generar un desbalance serio en la macrobiota, con síntomas muy inespecíficos que no siempre responden a un solo diagnóstico: desde la falta de ánimo y de energía, hasta dolores musculares que la gente no se explica.

La falta de equilibrio en la macrobiota es de tal importancia, que puede terminar causando obesidad, asma, artritis, déficit atencional y alergia entre otros. Incluso formas de autismo o cáncer del colon.

“En mi vida profesional me ha tocado ver enfermedades autoinmunes como lupus, causada por sacarina, trastornos autísticos por colorantes artificiales, cuadros de fatiga crónica por uso prolongado de antibióticos, cuadros dermatológicos severos por gluten y sume y siga”.

¿Estas enfermedades son genéticas o tienen que ver con el comportamiento del individuo?
Este tipo de patologías son causadas por una respuesta inmune que tiene que ver con la inflamación, que es gran parte de esta respuesta. Esto quiere decir que hay agentes externos que están entrando al organismo y que están provocando una respuesta inflamatoria.

Esos agentes, entre otros, están en los ingredientes que comemos día a día. Porque ya no comemos alimentos, sino ingredientes. Durante estos últimos años y muy marcadamente después de la segunda guerra mundial, la industria alimentaria pasó a ser una verdadera potencia mundial, que representa un porcentaje muy importante de la economía. Allí no solo se producen alimentos. Se crean alimentos, sabores, colores, texturas, se disimulan sabores, etc.

Todo esto, como un agregado a un alimento supuestamente natural. Allí entran saborizantes –que imprimen un sabor–, estabilizantes, antioxidantes, colorantes, preservantes. Todos son elementos que tienen una estructura química determinada, que diariamente entran a nuestro sistema. ¿Cómo está reaccionando nuestra flora intestinal cuando, a diario, tragamos saborizantes o colorantes? No lo sabemos. Es un campo en activa investigación.

¿Entonces los saborizantes y preservantes estarían causando estas enfermedades?
Hay más factores, pero sí, son grandes responsables, como también los edulcorantes o aditivos. Todos ellos son agentes extraños que el sistema inmune no reconoce y genera una respuesta inflamatoria, generando una serie de respuestas en cadena.

El edulcorante, por ejemplo, engorda más que el azúcar, porque está compuesto por químicos que generan una serie de respuestas metabólicas. Por ejemplo, en la obesidad lo que sucede es que la inflamación que se produce en el intestino apaga una hormona llamada leptina.

Y las leptinas te avisan cuando ya estás satisfecho. Si una persona tiene esa señal apagada, puede comer y tardarse muchísimo más en sentirse satisfecho. Puede ser muy peligroso. Es hasta cruel ver cómo niños con obesidad son alimentados con bebidas llenas de edulcorante.

“Creo que el traspaso de información y de la experiencia en la formación de los médicos es muy importante. La experiencia se adquiere y se transmite. Yo soy un convencido de que en la medicina hay que darse tiempo para oír. Porque oír sana. La gente que se siente enferma quiere ser oída”.

¿Hay más factores responsables?
El uso de fertilizantes y pesticidas, antibióticos y hormonas en animales, manipulación genética de semillas, etc. Todos pueden tener efectos adversos en la salud del consumidor.

Por eso es tan importante comer, en la medida de lo posible, productos orgánicos. Además, está el uso de antibióticos que se recetan en medicina. En una época anterior fueron de mucha ayuda para las enfermedades infecciosas, pero su uso invariablemente barre con esta flora intestinal tan importante.

¿Hay opciones sanas para endulzar preparaciones?
La miel y el azúcar no tan refinada son buenas alternativas. Sin embargo, un esfuerzo para consumir menos dulce y reeducar el gusto, ayuda aún más.

Una persona con enfermedades de este tipo ¿podría disminuir sus síntomas si cambiara su alimentación por completo? ¿Incluso autismo o cáncer de colon?

En el caso del autismo, existen muchas formas y grados. Aunque no se sabe la causa precisa que desencadena el conjunto de síntomas neurosiquiátricos o sicológicos en estudios, sí se ha demostrado la presencia de marcadores que indican fenómenos inflamatorios.

En el cáncer de colon o en otras enfermedades malignas, la flora probiótica puede mantener una función inmune más adecuada, que permite identificar el crecimiento de tejidos cancerosos y destruirlos. Es tremendo.

En mi vida profesional me ha tocado ver enfermedades autoinmunes como lupus, causada por sacarina, trastornos autísticos por colorantes artificiales, cuadros de fatiga crónica por uso prolongado de antibióticos, cuadros dermatológicos severos por gluten y sume y siga.

¿Es la vida moderna la que nos tiene así?
Sí. Y es difícil dar una receta fija para corregir todo esto. Tiene que ver con el ritmo de vida acelerado, o con la necesidad de trabajar. A veces uno se pregunta si falta tiempo para vivir en forma sana. Evidentemente, parte de la solución sería una potente campaña educativa.

Instruir sobre cambios de etiqueteo en alimentos o explicar sobre los azúcares y cuáles de ellas son las peores. Creo que debemos recuperar el tiempo perdido y criar niños más sanos, que tengan conciencia de que hay cosas que les hacen mal. Hay un largo camino que recorrer que debe empezar por aceptar esta realidad.

Referencia: mensuarioidentidad