Los antiguos que querían hacer de su reino un ejemplo de virtud, ordenaban primero sus propios estados.
Queriendo ordenar primero sus estados, regulaban primero sus familias.
Queriendo regular sus familias, primero cultivaban sus personas.
Queriendo cultivar sus personas, rectificaban primero sus corazones.
Queriendo rectificar sus corazones buscaban primero ser sinceros en sus pensamientos.
Queriendo ser sinceros en sus pensamientos, extendían primero al máximo su conocimiento.
Esta extensión de conocimiento se basa en la investigación de las cosas.
Y al revés...
Al investigar las cosas, el conocimiento se hacía completo, sus pensamientos eran sinceros.
Siendo sinceros en sus pensamientos, sus corazones se corregían.
Corregidos sus corazones, sus personas quedaban cultivadas.
Estando cultivadas sus personas, sus familias estaban reguladas.
Estando reguladas sus familias, sus estados estuvieron gobernados justamente.
Estando gobernados sus estados con justicia, todo el reino estaba tranquilo y feliz.
(La gran enseñanza, I)
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