Detrás de cada forma hay un relato que contar.
Nuestra mente tiende a rellenar los huecos que no alcanzamos a ver. Por eso, en ocasiones "inventamos" como serán los otros o como fue observar aquel
paisaje.
Los estereotipos que tenemos, nos atan corto y hacen que nuestra mente cada vez sea más y más cerrada.
Aquellas ideas preconcebidas y generalmente no reales que nos creemos de los demás, son la base de las intolerancias y miedos a lo que no conocemos.
Normalmente los niños y niñas muy pequeños, no tienen esos prejuicios hacia formas de vida o de actuar de otros. Son fuentes de felicidad y de amor.
Tampoco por tener menos años que nosotros son menos sabios.
Mi sobrina de dos años es capaz de discernir las emociones que siente a su alrededor.
Y reacciona en función de lo que nota en su cuerpo.
No le hace falta tener una idea o una falsa opinión de aquel al que mira.
Actúa sin esos pensamientos que nos alejan de los otros. Los que crean barreras y nos
limitan a lo que nos resulta familiar.
Esta semana seamos niñas y niños sabios.
Mirémoslos y aprendamos de ellos y de ellas en su forma de relacionarse y abrazarse.
Y recuerda... detrás de cada forma hay una gran historia.
Anímate a vivirlas.