Maestro Gislebertus
Capitel. Catedral de Autum.
Hacia 1130
Habían llegado hasta allí procedentes de tierras muy lejanas. Por separado habían iniciado un camino muy especial que les había llevado a conocer nuevos lugares, nuevas personas y nuevos sentimientos que hacía tiempo consideraban perdidos. Pero sobre todo habían llegado a conocerse a sí mismos en un viaje incierto y misterioso a la zona más desconocida de sus almas, lejos de sus cómodos hogares, de sus pilas de libros, tablas astronómicas e incontables instrumentos para medir el cielo y las estrellas.
Luego se encontraron. Tres extraños viajeros con tres extrañas historias que les habían marcado el camino a un lugar tan inhóspito y extraño, tan diferente de sus propios países. Y sin embargo todos con una misión en común que había alentado cada uno de sus pasos: desvelar el enigmático misterio del que hablaban las estrellas. Juntos compartieron sus incertidumbres y sus miedos y también los resultados de sus cálculos tras años de trabajo. Y la radiante sorpresa al descubrir que, a pesar de haber utilizado diferentes métodos de trabajo, los números llevaban a una misma conclusión: algo mágico, algo grandioso, algo que cambiaría el mundo para siempre estaba a punto de ocurrir. Y sería allí, en aquel extraño lugar llamado Belén.
Aunque ahora se encontraban perdidos y cansados. Por primera vez una sombra de duda les embargó desde su encuentro ¿y si estaban equivocados? ¿Acaso no podrían haber errado los tres? ¿Habría sido en vano todo su trabajo, todo su esfuerzo...? Desorientados y algo desesperanzados decidieron que por aquel día lo mejor sería irse a dormir. Al día siguiente continuarían la búsqueda de algún indicio que les indicara hacia dónde con ir.
Dormían profundamente cuando llegó el Ángel. Los sabios no daban crédito a sus ojos: terriblemente hermoso su luz lo iluminó todo poniendo fin a la oscuridad de la noche y de sus almas.
Cuando el Ángel alzó el dedo y señaló a la inmensa estrella que brillaba en el cielo los tres reyes conocieron por fin cuál era su destino. Maravillados por lo que habían visto y llenos de alegría y de esperanza al día siguiente reanudaron su camino.Información proporcionada por el Blog de Ana Trigo (www.anatrigo.es)