El Día Mundial de la Epilepsia fue establecido en 2008, impulsado por la canadiense Cassidy Megan, quien padece desde pequeña esta enfermedad. En esta iniciativa Cassidy fue apoyada por The Epilepsy Association of Nova Scotia. Posteriormente se adhirió la Fundación Anita Kaufmann.
El 26 de marzo también es conocido como el Día Púrpura, ya que Cassidy eligió ese color (que representa a la flor de lavanda) como emblema de la iniciativa. Según Cassidy el púrpura se asocia a menudo con la soledad, por lo cual el color de esa flor representa el aislamiento al que somete parte de la sociedad a quienes padecen epilepsia o algún otro trastorno neurológico que provoca convulsiones.
Seguir luchando y no bajar los brazos ante la epilepsia refractaria