Instaurado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), este día también propone concienciar sobre la necesidad de sangre para prevenir la escasez en hospitales y clínicas, sobre todo en los países en desarrollo, donde las reservas son exiguas, así como la seguridad de los productos sanguíneos. En la actualidad hay 62 países con servicios de transfusión de sangre basados únicamente en las donaciones voluntarias, una cifra superior a la 2002, cuando eran solo 39, señala un informe de la OMS. Sin embargo, la necesidad de sangre y productos sanguíneos seguros es universal, y aunque cada año se donan en todo el mundo 90 millones de unidades, como mínimo, las demandas para transfusión sigue en aumento y muchas naciones no pueden hacerle frente. En muchas regiones eso significa un suministro insuficiente para reponer el líquido vital durante el parto (una de las principales causas de muerte materna) y para tratar la anemia que pone en peligro la vida de los niños con paludismo o malnutrición. La sangre y los productos sanguíneos son necesarios también para tratar enfermedades congénitas y para intervenciones quirúrgicas programadas y urgentes, y en particular a las víctimas cada vez más numerosas de los accidentes de tránsito. De ahí la necesidad de contar con un grupo estable de donantes habituales, voluntarios y no remunerados como base para disponer de un suministro suficiente de sangre segura.Además, hay pruebas de que el riesgo de transmisión de patógenos potencialmente mortales, tales como los virus de la inmunodeficiencia humana o de las hepatitis B y C, es menor con las donaciones hechas por voluntarios que las de familiares o allegados y, sobre todo, por donantes remunerados. La donación de sangre es un acto solidario que salva vidas y los servicios que proporcionan productos sanguíneos seguros son un componente esencial de todos los sistemas de atención sanitaria, resalta la OMS.