Es una técnica de biología molecular que permite tener un panorama de
los 46 cromosomas del genoma humano y así detectar a tiempo las
aneuploidías que se puedan generar,
desde riesgo de aborto hasta malformaciones congénitas. La prueba tiene una
certeza de más del 95%. Además, en comparación con otras pruebas, como la
amniocentesis, que también verifica el material genético, ésta es más completa.
Con la técnica, los científicos pueden analizar todos los cromosomas,
incluyendo los sexuales, por lo que se puede determinar el sexo del bebé desde
la octava semana y no esperar hasta la decimosegunda, como ocurre con el
ultrasonido. Además, no es invasiva, ni peligrosa, es menos costosa y se puede
aplicar a cualquier mujer embarazada. Los científicos mexicanos que desarrollaron esta prueba
molecular indicaron que la misma permite conocer desde la octava semana de
embarazo la existencia de síndromes como el de Down, de Turner y de Klinefelter.Esta prueba se recomienda a mujeres embarazadas mayores de 35 años o que
hayan sido expuestas a algún tóxico o medicamento agresivo, a radioactividad,
que hayan sufrido dos o más abortos previos o que hayan tenido un hijo o
familiares con alteraciones genéticas. El objetivo es dar la información
precisa a tiempo para que los padres, junto con el experto en consejo genético,
tomen decisiones que en muchos casos mejoran la calidad de vida de ese bebé.