Las discusiones o conflictos entre padres e hijos, especialmente con hijos adolescentes, son muy frecuentes en la vida cotidiana. Que si “no estudias”, que si “tú me gritas”, que si “llegas tarde”, etc. Con esta técnica proponemos practicar un buen diálogo en el que expresemos lo que sentimos con la actuación del otro.
No por ser padres tenemos más razón que los hijos. Tenemos razón en muchas cosas y tenemos que demostrarles con nuestras buenas formas lo que queremos que hagan. De esta manera la convivencia será mucho más fácil y positiva.
Con esta propuesta podremos decir lo que nos molesta, lo que necesitamos… de una manera que invita al otro a escuchar y no a ponerse a la defensiva. Además, se pretenden dejar a un lado las descalificaciones, los reproches, los prejuicios… partiendo de las conductas de los demás y dando oportunidades a posibles malinterpretaciones.
La técnica que proponemos se llama “Diálogo DEP”. Es un diálogo que implica:
- “D” Describir el problema. Se trata de exponer la situación en la que encuentras malestar, para que el otro pueda saber de lo que hablamos. Únicamente contamos lo que ha ocurrido, pues en este primer punto, no se trata de culpar o de reprochar, sino de decir la situación tal cual es, sin juzgarla.
- “E” Expresar cómo nos sentimos”. Una vez hemos descrito la situación que nos ha generado malestar, tendremos que decir cómo nos ha hecho sentir y de qué forma me ha afectado el comportamiento del otro. Ser muy claros en cómo nos ha afectado de manera directa, pues llega más el mensaje al otro cuando se habla en primera persona, en vez de generalizar.
- “P” Pedir un cambio. Una vez hemos descrito la situación, y hemos expresado lo que nos ha hecho sentir, trataremos de pedir un cambio de comportamiento de cara a futuras situaciones de manera clara. Establecer bien, cuál es el comportamiento que esperamos del otro de manera clara y concreta para que tenga muy claro a qué nos referimos y cómo.
Estos tres aspectos, los podemos expresar de muchas formas. Una de las posibles maneras en la que podemos expresar estas ideas puede ser:
“Cuándo tú…… yo me siento…… si tu hicieras…… yo me sentiría……”
Por ejemplo, se presenta muchas veces este conflicto en casa, cuando los padres quieren que el hijo estudie. Podemos encontrar conflicto cuando se expresa de esta forma:
- PADRES: “Eres un vago que no estudias”.
- HIJO: “Sois unos pesados, dejarme en paz”
Sin embargo, tenemos que transformar esas expresiones, en una forma positiva de decirlas. Podríamos hacerlo de la siguiente manera:
- PADRES: “Cuándo te encierras en tu cuarto para hacer los deberes, sin dejarme ver que vas a hacer, yo siento vas a hacer otras cosas y que tengo que vigilarte. Si tú me explicaras las tareas que tienes y me las enseñaras al acabar, yo me sentiría más seguro de ti, y dejaría de interrumpirte y gritarte todo el tiempo”.
- HIJO: “Cuándo entras en mi habitación todo el tiempo y me dices lo que tengo que hacer, yo siento que no te fías de mí y me enfado, se me quitan las ganas. Si tú no estuvieras tan encima de mi todo el tiempo y me dejaras más tranquilo, yo me sentiría mejor con mi espacio y te enseñaría los deberes al final”.
En cada ocasión habrá que encontrar la mejor manera de decirlo, para que se pueda encontrar un punto intermedio en el que las dos partes estén a gusto y que la convivencia sea más sana.