- Conduzca. Yo le diré exactamente dónde vamos.
- ¿Cómo dice?
- Eso es el volante. ¡Adelante!
- No sé conducir.
- ¿Cómo que no sabe conducir? Todo el mundo conduce.
- No si eres de Nueva York. Allí es inútil. El tráfico es terrible y no hay dónde aparcar.
- ¿Se da cuenta de que está poniendo en peligro nuestras vidas por su incompetencia? ¡Salga!
- Tengo un amigo que tiene una casa de campo que se supone que está a una hora de la calle 42. ¡Es mentira! Lo único que está a una hora de la calle 42 es la calle 43.
The Holcroft covenant. John Frankenheimer (1985).