Diario de un deportista amateur: el sentimiento de culpabilidad

Por Arthur @arthurgilbordes

Aunque muchos hayáis pensado que he tirado la toalla ¡No es así! Sigo con mi entrenamiento. Lo que pasa que como os comentaba en el capítulo primero de esta entrega, que espero no se convierta en la historia interminable (en mi cabeza hay una finalidad, tener un cuerpo 10, y espero conseguirlo pronto), mi intención era contaros esta aventura deportiva cada semana, pero si, por los motivos que fueran, no era posible, lo haría cada dos... ¡Por eso estoy aquí hoy! Bueno, la verdad, si os digo que no he tenido ganas de dejarlo os mentiría. Siempre residirá en mí ese Arthur vago que se apuntaba cada año a un gimnasio distinto para encontrar la motivación... Pero también es cierto que ese personaje está desapareciendo, lentamente, pero lo está haciendo y, como bien leéis en el título del post, hoy os voy a hablar de...
Capítulo 2El sentimiento de culpabilidadPero no penséis que está relacionado con ese que tenía antes por quedarme en casa sin hacer nada, viendo la tele, leyendo, tocándome los cojones, después de un duro día de trabajo, habiendo pagado matrícula, clases y todas esas cosas bonitas que te cuentan en los gimnasios para que les des 400€ sin rechistar y sin respirar... No. Del sentimiento de culpabilidad del que os hablo es el de ¡NO PODER HACER DEPORTE PORQUE ESTÁS ENFERMO!
En serio, ni yo mismo lo podía creer. De hecho, ni me entrenador, Javier Barbón, me creía cuando le llamé por teléfono diciéndole: "Javi, hoy no puedo quedar. Estoy con principio de gripe y tengo fiebre". Pensaba que le estaba mintiendo. ¡Y eso me dolió muchísimo! Tanto que incluso intenté hacer deporte en casa (como hago cuando él no puede quedar, etc) pero vi que era imposible porque mi debilidad era tal que si antes no era capaz de hacer una flexión (que por cierto ya hago 7 casi casi besando el suelo vale aquí me he flipado un poco) estando con fiebre imaginaos... No podía ni siquiera hacer la postura.

La cuestión es que lo di por perdido. Eso fue lunes, martes y miércoles de la semana pasada. El jueves ya empecé a encontrarme un poco mejor y el viernes también. Pero de repente, ese día, el último laborable de la semana, a eso de las 16:00 empezó a entrarme como un cansancio horrible, de ese que llaman "acumulado" cuando llevas currando mucho rato y las neuronas ya no dan para más. ¿Qué pasó? OTRA VEZ EL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD. Y esta vez sí que no era una excusa (de esas de "estoy cansado" como os comentaba al principio del post), era una realidad que se reflejaba en mi forma de caminar y en mi cara tengo testigos. Decidí no dormir la siesta, aguantar un poco, ir al cine por la noche y acostarme pronto: a las 00:00. Sí, un viernes, ¿muy triste no? Pero si el cuerpo te lo pide... ¡hazle caso! Es muy sabio.

A la mañana siguiente, el sábado por si alguien se ha perdido, me desperté temprano, a eso de las 9:00. Recogí un poco la casa (yo es que soy muy maruja cuando tengo tiempo) y como hasta las 13:00 no había quedado para hacer un photoshoot sesión de fotos versión cool versión moda versión total lo más de lo más, en inglés vamos dije en alto (porque yo soy muy de hablar como las viejas, solo y en alto) "¿Y si me voy a correr para calentar un poco y acostumbrarme para la semana que me espera?" y así fue. Me lancé a las calles y corrí cual gacela convirtiendo la Gran Vía en mi particular sabana africana que no sábana de animal print. Y no, no me crucé con el desfile del 12 de octubre ni nada de eso... fui precavido. 

Al llegar a casa estaba roto, pero bien. Ya no tenía ese sentimiento de culpabilidad. El domingo me lo tomé como descanso sí salí por la noche, ¿qué pasa?, pero el lunes volví a hacer deporte, ya en casa, y hoy, martes, con unas ganas tremendas de correr por el retiro y, literalmente, morir, he recibido un mensaje de mi entrenador, de Javi, que me decía: "Arturo, no puedo quedar. Estoy enfermo". Solo espero que él tenga el mismo sentimiento de culpabilidad que tuve yo la semana pasada y que lo demuestre cuando me vea. ¿Cómo? Poniéndome en forma y motivándome como nadie. Mejórate.
Muchos besos y que la tendencia os cace