Aunque muchos hayáis pensado que he tirado la toalla ¡No es así! Sigo con mi entrenamiento. Lo que pasa que como os comentaba en el capítulo primero de esta entrega, que espero no se convierta en la historia interminable (en mi cabeza hay una finalidad, tener un cuerpo 10, y espero conseguirlo pronto), mi intención era contaros esta aventura deportiva cada semana, pero si, por los motivos que fueran, no era posible, lo haría cada dos... ¡Por eso estoy aquí hoy! Bueno, la verdad, si os digo que no he tenido ganas de dejarlo os mentiría. Siempre residirá en mí ese Arthur vago que se apuntaba cada año a un gimnasio distinto para encontrar la motivación... Pero también es cierto que ese personaje está desapareciendo, lentamente, pero lo está haciendo y, como bien leéis en el título del post, hoy os voy a hablar de...
Capítulo 2El sentimiento de culpabilidadPero no penséis que está relacionado con ese que tenía antes por quedarme en casa sin hacer nada, viendo la tele, leyendo,
En serio, ni yo mismo lo podía creer. De hecho, ni me entrenador, Javier Barbón, me creía cuando le llamé por teléfono diciéndole: "Javi, hoy no puedo quedar. Estoy con principio de gripe y tengo fiebre". Pensaba que le estaba mintiendo. ¡Y eso me dolió muchísimo! Tanto que incluso intenté hacer deporte en casa (como hago cuando él no puede quedar, etc) pero vi que era imposible porque mi debilidad era tal que si antes no era capaz de hacer una flexión (que por cierto ya hago 7 casi casi besando el suelo
La cuestión es que lo di por perdido. Eso fue lunes, martes y miércoles de la semana pasada. El jueves ya empecé a encontrarme un poco mejor y el viernes también. Pero de repente, ese día, el último laborable de la semana, a eso de las 16:00 empezó a entrarme como un cansancio horrible, de ese que llaman "acumulado" cuando llevas currando mucho rato y las neuronas ya no dan para más. ¿Qué pasó? OTRA VEZ EL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD. Y esta vez sí que no era una excusa (de esas de "estoy cansado" como os comentaba al principio del post), era una realidad que se reflejaba en mi forma de caminar y en mi cara
A la mañana siguiente, el sábado por si alguien se ha perdido, me desperté temprano, a eso de las 9:00. Recogí un poco la casa (yo es que soy muy maruja
Al llegar a casa estaba roto, pero bien. Ya no tenía ese sentimiento de culpabilidad. El domingo me lo tomé como descanso
Muchos besos y que la tendencia os cace