Día 4: Los mares del sur
La Semana, cuyo ritmo tal vez no sea el más adecuado para un formato de diario, arroja imágenes difíciles de encontrar en otro lugar. Una vez metidos en el torrente humano (este año, quién sabe el motivo, la afluencia está siendo masiva), se puede tropezar en doscientos metros con un hombre venido desde Salamanca cortando jamón, unos andinos tocando la extended version de El cóndor pasa, una churrera aficionada a la novela negra a la caza de una autora iraní para que le dedique su libro y consiguiéndolo gracias al contacto con un periodista de la agencia Reuters, una exposición retrospectiva de cómic, un universitario gijonés que ofrece ejemplares autoeditados por las librerías, un puesto de crepes dulces y salados, un concierto de Nixon, una tienda de camisetas pintadas a mano, unas trescientas personas escuchando una charla con Laura Gallego, la noria más grande de Europa iluminada. Y por favor, si es su primera visita, no pierdan el tiempo como hice yo quince años atrás buscando la taquilla.
Realmente es para verlo.