Hoy les voy a contar algunas cosas de París en general; para hablar de lo que viví durante algunos días de la Semana de la Moda me dejaré un post aparte, y lo mismo con los otros destinos visitados. Siento que cada momento del viaje merece su dedicación, así que si no les aburre, les voy a ir contado poco a poco algunas de mis vivencias. ¿Les parece bien?
Como saben, yo ya había estado en París hace unos años -ver acá-, y ahora volví con nuevos ojos y nuevas búsquedas. Lo primero que noté en la ciudad es que no está tan reluciente como aquella vez; vi suciedad y sobre todo, mucho olor a pis en varios puntos de la Île de la Cité. Cuando Aninka comentó algo similar hace un tiempo pensé que exageraba, pero lamentablemente lo comprobé por mí misma. El deterioro social y cultural que lleva a la gente a orinar en la vía pública es una (mala)costumbre que llegó para instalarse en la ciudad Luz. Una pena. La crisis en Europa se hace sentir, y ya no se puede esconder debajo de la alfombra; hay muchos homeless instalados en esquinas y espacios de París y muchísimos mendigos. Esa es la cara mala... Por otra parte tuve ocasión de comprobar nuevamente que la tan famosa mala prensa sobre los franceses es más un prejuicio que una realidad. Tuve muchísimas oportunidades de rebatir ese mito urbano gracias a la calidez y generosidad con que franceses y francesas me orientaron ante una duda o consulta, tanto en la calle como en locales u oficinas a las que me dirigí por diversos motivos. Noto que valoran mucho que se intente hablar en su lengua y cuando ven que una lo hace, mantienen un diálogo fluido como dando a entender que se está a la altura de la conversación. Además nos topamos con varios caballeros que se ofrecieron voluntariamente a movilizar nuestras valijas por las interminables escaleras del Metro de París. Un gesto nada despreciable, por cierto...
París me enamora por sus contrastes: de lo monumental a lo bohemio, de los grandes bulevares a las callecitas angostas y circulares; de los grandes cafés y confiterías de lujo hasta las brasseries más modestas pero en las que se respira la verdadera vida parisienne... Todo me encanta de esta ciudad. Gracias a las invitaciones a algunos desfiles tuve ocasión de conocer espacios que antes me hubiera resultado imposible hacer, como el Conservatorio de Arts et Métiers, la Embajada de Finlandia, el Espacio Pierre Cardin, el Palais de Tokyo, entre otros; así como volver al Louvre pero ya no para ver las obras de arte expuestas en sus salas, sino otras vestidas por modelos en el desfile de Dior.
Las vitrinas de Avenue Montaigne siempre son un atractivo por la exquisitez de los diseños y el buen gusto con que están presentadas. Pese al reflejo del vidrio que me jugó una mala pasada en las fotos, creo que vale la pena compartir esas delicias con ustedes. Lo mismo con algunos locales del Quartier Latin como el de Inés de la Fressange o Louboutin... Awww
Louis Vuitton
Céline Fendi
Dior
Gucci Dolce & Gabbana
Con respecto a las parisinas, creo que resuelven sus outfits diarios con muchísima practicidad y simpleza, pero sin por ello perder el charme que las caracteriza. Lejos del cliché, la camiseta rayada azul marino (o negro) y blanco es un comodín que sigue vigente, así como el total black y las ballerinas, a las que les surgieron nuevas competidoras: las zapatillas. El trench color camel es EL abrigo de medio tiempo, y no es necesario que llueva o esté nublado. Días con sol radiante como los que me tocaron se ven poblados de hombres y mujeres con sus pilotos como aliados para enfrentar jornadas en las que el clima puede variar. Las chicas llevan melenas al hombro y poco maquillaje. De todo esto dan testimonio las páginas de La parisina, guía de estilo; el libro de Inés de la Fressange del que hablamos hace un tiempo, recuerdan? (ver acá).
Nota al pie: en el after office se ven muchas chicas solas o en compañía degustando una copa de vino en cualquiera de los barcitos de todos los barrios de París, eso sí; gran número de ellas con cigarrillo en mano; es impactante ver cómo se fuma allá.
Bueno, esta ciudad es todo un mundo en sí misma, inabarcable, misteriosa y sobre todo, estimulante. Es imposible descansar en París, todo es una invitación al disfrute y la experiencia. Yo no me canso de visitarla y volvería mil veces más; la considero uno de mis lugares en el mundo. ¿Y a ustedes que les pasa con este destino? Cuenten, nos leemos; amig@s!