Esta joyita vino de la mano de Gabriela, una profe de Historia y amiga que compra más libros de los que la vida cotidiana le permite leer y por ello los presta generosamente. Confieso no haber leído nada de E. M. Delafield antes, y tal vez por ello la sorpresa fue mayor. Es una delicia recorrer estas notas de una mujer de provincia en la Inglaterra de los años 30. Imposible no sentirse identificada con sus apreciaciones sobre la vida social, las menudencias de la cotidianeidad, el sufrimiento por sentirse "no a la altura" y muchas otras escenas más que nos resultan absolutamente familiares. La forma de escribir y el tono permiten emparejar su prosa con la de un blogger moderno, esa toma de notas en primera persona, la informalidad y el tono coloquial de los relatos nos remiten a espacios bien conocidos y frecuentados por nosotr@s actualmente. La aguda observación, sin embargo, la equipara a los grandes escritores y a la vez se vuelve una mezcla de socióloga y antropóloga social que en tres renglones puede pintar un mundo entero.
Comparto algunos párrafos porque valen la pena ser disfrutados...
Cuando la vida prosaica dista mucho del ideal romántico de la literatura
Sobre la niñez
De cómo comportarse en sociedad y la conveniencia de evitar ciertos temas
El libro es un compilado de miles de ejemplos como éstos, y realmente se disfruta página a página. Díganme si no se han sentido así alguna vez... Yo siempre me pregunto por qué algunas situaciones no se resuelven como en las películas, con frases ocurrentes e inteligentes; por qué se me ocurren respuestas brillantes cuando pasaron horas del momento en hubiera sido genial usarlas. Me reprocho no estar a la altura de ciertos comentarios y opiniones pero a la vez, viéndolos a la distancia, entiendo que no podría haber opinado de otra forma; c'est la viè... Me divierte ver cómo esta mujer asume su destino de provincia buscando la manera de superarse pero sin poder trascender el entorno y de ese modo queda prisionera de las menudencias pueblerinas cuando en su corazón palpitan las grandes historias de la capital. Es genial leer cómo pasa de hacer cuentas para pagar la deuda con el deshollinador, a gastarse lo que no tiene en un vestido que "necesita" para lucir en un evento... Sin dudas, un espejo para verse y reconocerse en alguna de estas vivencias, no creen? Aguardo sus comentarios y opiniones, amig@s; buen comienzo de semana:>