Pero mientras llega el gran día, nuestros pequeños artesanos se afanan en el último y el más difícil de los proyectos: un fabuloso colgador de llaves que muy pronto podrán colocar en sus casas.
Y aún así les ha dado tiempo ha iniciarse en el misterioso mundo del dorado. Para ello, se han hecho de un pincel y un bote de mistión al agua, que les ha servido para fijar un fragmento de oro alemán en la flor de pino que tallaron a primeros de julio. Un detalle lujoso con el que hemos conseguido atrapar su atención.
Puede que llegue el día en que aprendan los secretos del dorado al agua, una difícil empresa a la que sólo tienen acco unos pocos elegidos, como es el caso de los artistas de Ebanistería Barradas.
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