Dicen que el sol viene aquí a morir

Por Lasnuevemusas @semanario9musas
Esta es la afirmación que muchos gaditanos sostienen, y ante una bola de fuego que aparenta ser tragado por un mar azul y un limpio horizonte, comienzas a comprender que es más realidad que sueño, y con el corazón sobrecogido por tan maravilloso espectáculo maldices tu suerte porque debes marcharte, porque no puedes llevarte aquello contigo para contemplarlo una y otra vez como los habitantes de aquella ciudad bendecida tienen la suerte de poder hacer, porque los envidias sanamente.

Y ante aquel atardecer caletero, juras y perjuras que regresarás, pues sabes que una parte de tu corazón se hunde en aquellas aguas quedando atado para siempre a los 3000 años de historia que sostiene sobre sus piedras la Tacita de Plata.

Al cruzar las Puertas de Tierra sabes que ese viaje te va a marcar para siempre. Ya no solo es la luz radiante ni el olor a sal que inundan sus calles a primera hora de la mañana o al caer la noche, es que el origen fenicio, romano, árabe y cristiano se sucede en cada capa de la ciudad, como un mapa que se despliega ante el ojo que está acostumbrado a leer la historia. Así nos encontramos yacimientos visitables como Gadir, una pequeña muestra de la ciudad primitiva de origen fenicio, el yacimiento de Salazones que realizaba productos que exportaban prácticamente a todo el Imperio Romano y que contaba con gran fama o el Teatro Romano que marca la importancia que la ciudad tuvo. Todos ellos son de visita gratuita, por lo que el viajero más low cost puede disfrutar de la historia gaditana conservando intacto su presupuesto. Perderse por sus calles con edificios dieciochescos sobre un entramado medieval es altamente recomendable y así poder descubrir cada iglesia y monumento que esconde un enorme interés artístico no solo al exterior sino sobre todo al interior, entre las que se encuentran joyitas como la Torre Tavira, que en cuyo ático esconde una cámara oscura y una de las vistas más bellas de la ciudad, la Santa Cueva dónde podemos encontrar pinturas realizadas por Francisco de Goya, sus dos catedrales o el Oratorio de San Felipe, donde se redactó y proclamó la primera Constitución en 1812 conocida como . Cada arco que atravesamos nos lleva a un barrio diferente de la ciudad, cada uno con una identidad y un encanto propio con diferentes rinconcitos por descubrir dónde antigüedad, tradición, carnaval y flamenco se dan la mano. No es difícil poder disfrutar de una procesión y poder asistir a un evento musical en alguno de sus bares y cafés más míticos pudiéndolo hacer el mismo día.

A parte de los clásicos museos y visitas, hoy en día existen rutas para todos los gustos, desde visitar la casa de un pirata y el subsuelo de la ciudad, conocer los misterios y leyendas de manera teatralizada o hasta recorrer Cádiz y el Gran Teatro Falla conociendo la historia de una de sus festividades más populares, el Carnaval. Tampoco ha de faltar un día de playa para relejar la mente y el cuerpo, contando con varias alternativas donde elegir, desde la mítica playa de La Caleta con las vistas de su balneario y los dos castillos, la playa de la Victoria situada extramuros o la de Puntales, la más alejada de la ciudad. Para los amantes del surf hay un rinconcito adaptado donde el mar entra con un oleaje más fuerte y poder practicar su deporte favorito, lugar perfecto para la iniciación.

Llegar a la ciudad de Cádiz es sencillo, pues cuenta con infraestructuras como la estación de tren con recorridos de larga distancia y de cercanías, éste último para ir y venir al aeropuerto entre otras ciudades como Jerez de la Frontera para visitar sus famosas bodegas, la estación de autobuses o el puerto si se llega a bordo de un crucero. Desde aquí también se puede realizar excursiones de un día a Rota y Puerto de Santa María, llegando en catamarán en menos de 30 minutos, aunque si se prefiere, se puede también optar por las vías terrestres.

Dentro de Cádiz, la ciudad se puede recorrer perfectamente a pie y para desplazarse fuera de las murallas existe un servicio regular de varias líneas de autobuses urbanos, así como un carril bici de reciente construcción y que bordea todo el paseo marítimo. También cuenta con parking de pago cerca de la Plaza de San Juan de Dios, conocida como la del ayuntamiento, pero sugiero que la alternativa de tomar el coche sea la última a considerar, pues aparte de que Cádiz cuenta con problemas de aparcamiento, una ciudad libre de vehículos no sólo ofrece un aire menos contaminado, sino que también una experiencia sensorial agradable al huir de ruidos excesivos y atascos innecesarios. Las personas con movilidad reducida pueden transitar perfectamente por la ciudad, pues son pocas las barreras arquitectónicas que se van a encontrar, aunque aún faltan qué algunos lugares, locales y tiendas sean adaptados para que todo el mundo pueda disfrutar de la ciudad sin impedimentos.

Recomiendo ir sin prisas, mezclarse entre la gente, pasear por la Alameda para ver sus árboles milenarios, tomar unos churritos en la Plaza de la Libertad, saborear unas tortillitas de camarones en alguna freiduría, dejarte caer por La Viña para degustar una caballa caletera o entrar en sus bares más míticos con historia propia. Para aquellos que la carne no está en su dieta, Cádiz cuenta con alternativas de menús adaptados en algunos restaurantes y con un bar exclusivamente vegano en el barrio del Pópulo.

Una ciudad de contrastes, de destino familiar, de alternativas, tranquila y con mucho aún que ofrecer al visitante. Les aseguro que el que va, repite.

Ingredientes:

1 caballa por persona
(para la piriñaca) tomates, pimientos, sal
Cebolla, aceite, vinagre

Modo de hacerlo:

Poner la plancha y cuando este bien caliente, poner la caballa ya limpia y con sal, dejar unos minutos por cada lado, el pescado esta mucho mejor en su punto, si se hace mucho, se queda seco.
En un bol poner cebolla picada fina (la cantidad depende de las caballas que sean) tomates y pimientos cortados a dados, y aliñar con sal, vinagre y aceite.