Mi profesor de Latín no permitía comer chicle en clase, indicando que era una mala costumbre importada de los Estados Unidos. Según él contribuía al crecimiento de los dientes y así veia a los americanos “con esas dentaduras de caimán…” que le parecían ofensivas. Tal idea carece de fundamento, aunque puede ser cierto que en un país multirracial como los Estados Unidos, muchas personas de orígenes étnicos diversos muestran una dentaduras notables. Lo cierto es que la dentadura la muestran los que la tienen bonita, ordenada. Eso llevaba, en cambio, en este país a muchas jovencitas, propensas al jolgorio y las risotadas con escasa motivación, a taparse la boca al reir. Hasta los años 60 del siglo pasado no comenzó a popularizarse la ortodoncia por razones meramente estéticas, aunque los odontólogos insisten que una dentadura ordenada es funcionalmente más eficaz y más duradera.
La caída de los dientes deciduales, los “de leche”, se celebra en esta parte del mundo con algún regalo. Supuestamente, un pequeño roedor con un apellido español común, cambiaba el diente caído depositado debajo de la almohada, por el regalo. En los paises anglosajones es una hada pequeña y jugetona, “the tooth fairy“. “Lost in translation“, me ha llevado a ver algún pequeño anglófono absolutamente aterrorizado al pensar que una rata se iba a colar debajo de su ropa de cama mientras dormía y maldito fuera el regalo. Hay cosas que se traducen mal.
La higiene dental infantil es aún una asignatura pendiente en nuestro sistema sanitario. Su cobertura no está rutinariamente cubierta como prestación por el sistema social, con lo que la salud de los dientes sigue un desproporcionado sesgo de carácter económico: los ricos tiene buenas dentaduras. Los pobres no.
La función de la dentadura tiene un importante componente social en la vida de relación. En Norteamérica, la sonrisa de acogida es un gesto normalizado para todas las personas que trabajan de cara al público, especialmente las mujeres jóvenes. Podrá ser todo lo falsa que se quiera, pero una sonrisa ofrece una propuesta de amabilidad que una cara adusta no hace. Para ello, claro, conviene que la sonrisa presente una dentadura ordenada.
Aparte de mejorar la salud digestiva a lo largo de la vida con mejor persistencia de las piezas dentarias en edades adultas, una hermosa dentadura promueve una buena sonrisa, y eso mejora las relaciones interpersonales también en nuestra cultura. A la vez contribuye a hacer la vida un poco mas feliz. De manera que mejorar la salud dentaria y la ordenación dentaria es algo que decididamente mejora la salud física de quien la posee y la mental de quienes con ellos trata.
X. Allué (Editor)