La dieta mediterránea se basa en las propiedades benéficas obtenidas del consumo del aceite de oliva crudo (que reduce el nivel de colesterol en sangre), fruta y verdura fresca, (ricos en vitaminas y fibra) cereales integrales, legumbres, (ricos en vitaminas, minerales y proteínas), productos lácteos, como yogur o queso fresco (a poder ser bajos en grasa), semillas y frutos secos crudos (que aportan calcio, minerales, proteína y ácidos omega 6), pescado azul (rico en ácidos omega 3), y por último el consumo moderado (una copita al día) de vino tinto (por sus antocianos y resveratrol).
De la misma manera, y para los que tengáis pensado perder algo de peso siguiendo la dieta mediterránea, es aconsejable que moderéis el consumo de sal y optéis por el consumo abundante, (o muy abundante) de frutas y verduras frescas, crudas o cocinadas al vapor. Eso sí, sin olvidar el aceite de oliva en crudo (de primera prensada en frío)… ni el pescado azul fresco, ni los cereales integrales… En definitiva, se puede comer de todo un poco, pero con moderación, siempre con moderación….
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Vía: Vivir bien es un placer