En los últimos años se ha demostrado que la sociedad mantiene una gran preocupación por el estado de su salud física una vez terminadas las vacaciones de verano. El porcentaje de gente que quiere mejorar su alimentación y que se apunta al gimnasio o empieza a hacer ejercicio con regularidad es mucho más elevado que después de navidad.
La mejor forma de recuperar la línea y empezar una dieta es simplemente volver a una rutina normal donde se prime el descanso. Descansar es una de las partes más fundamentales para mantener fuerte y sano el organismo, la cual siempre se pasa por alto. En vacaciones se tiende al sedentarismo pero también al exceso en comidas y bebidas, incluso no descansando lo suficiente debido al paso de horas nocturnas tomando unas copas o saliendo de fiesta.
Por eso antes de comenzar con un cambio brusco es mejor buscar esa rutina donde se duerman 8 horas diarias y poco a poco se cambien los hábitos alimenticios. Evitar el abuso de comidas alcohólicas o azucaradas que tan común es durante el período de vacaciones, así como esos alimentos ricos en calorías y grasas. Se trata de un proceso para habituarse poco a poco.
Una vez el cuerpo ya esté habituado se puede empezar una dieta equilibrada y variada. Para empezar se pueden dedicar 6 días a la semana y dar algo de margen los domingos, el cual será el día para algún que otro capricho, pero sin pasarse, porque luego puede ser dañino.
Es importante dejar de lazo el alcohol así como los zumos y bebidas llenas de azúcares añadidos. Se recomienda beber cerca de 2 litros diarios de agua fresca al día. ¿Por qué es tan importante el agua en nuestra dieta? No sólo es el mejor hidratante corporal, sino que elimina ferozmente la sed y las toxinas del organismo. Se puede complementar con infusiones y tés, destacando el té rojo y verde, pensados para perder peso.
La dieta equilibrada debe incluir la ingesta de hortalizas, verduras, frutas frescas, pescados, carnes magras, legumbres y cereales integrales. Deben evitarse los platos donde se abuse de los aceites y las grasas, así como una gran cantidad de carbohidratos. Cada semana se puede hacer un plan de alimentación para tener siempre un plato abundante y rico en la mesa, pero que a la vez sea sano y poco calórico.
Si se tienen ganas de picar entre horas o a media tarde, hay que evitar los snacks lo máximo posible. Incluso si se está en una cafetería tomando algo con otra persona y ofrecen las típicas patatas fritas o aceitunas. Es mejor rechazarlas porque pueden suponer un paso atrás. En cambio, debe optarse por tomar fruta: la manzana sacia mucho las ganas de comer y es un alimento muy sano.
A la vuelta de vacaciones pueden producirse situaciones de agobio o estrés. Cuando se generan estos procesos es común caer en la tentación de comer más de la cuenta, especialmente aquellos productos poco recomendables. Por ello debe tenerse siempre una mentalidad positiva e intentar relajarse lo máximo posible, mediante ejercicio o técnicas de relajación como el yoga. Si los resultados al empezar una dieta no son los esperados al cabo de un mes, echa un vistazo a este artículo sobre los errores que cometemos en la dieta.
Es importante destacar este mismo ejercicio debe ser un complemento para la dieta que llevamos a cabo, ya que tener igualmente una vida sedentaria de nada sirve aunque la alimentación sea la mejor posible. ¿Preparad@ para empezar tu dieta después de vacaciones?
(Fuente: SmartSalus)