Dieta y enfermedad celíaca

Por Aliciapaz
En mayo se celebra el Día Mundial de la Enfermedad Celíaca, una enfermedad desconocida por la mayoría de personas, ignorada frecuentemente en los diagnósticos médicos y poco comprendida cuando se discuten sus características y consecuencias.
Esta enfermedad consiste en una intolerancia permanente al gluten, que es una proteína especial que forma parte de la semilla de muchos cereales tales como el trigo, la avena, la cebada y el centeno. Al entrar en contacto con nuestro intestino el gluten provoca daños en la mucosa, la capa que cubre todo nuestro aparato digestivo, por lo que se producen diversos grados de inflamación y destrucción.
Este daño ocasiona problemas para la absorción de los alimentos y puede afectar por lo tanto nuestro estado nutricional o bien retrasar el crecimiento cuando afecta a niños.
Antes del año 1950, la ciencia no había descubierto qué enfermedad provocaba que muchos niños en sus primeros años consultaran por diarrea frecuente, baja estatura, anemia, retraso en la primera regla, alteraciones conductuales y otros síntomas que se confundían erróneamente con otras enfermedades.
Un grupo pionero de médicos demostró para el año 1953 que la harina de trigo, pero no el almidón extraído de este cereal, provocaba esta extraña enfermedad. A partir de sus experimentos, y con el paso de los años, se llegó a demostrar que el gluten era el responsable del daño intestinal, y que además, este daño podía tener otras consecuencias en órganos y sistemas no relacionados con el aparato digestivo.
Desde entonces, la eliminación del consumo de harinas y sus derivados, fabricados a partir del trigo, cebada, centeno y avena, ha sido parte fundamental para el tratamiento de esta enfermedad. Leer esta recomendación es mucho más fácil que ponerla en práctica ya que los productos de estos cereales los encontramos en nuestras comidas todos los días, por ejemplo, en el pan de todo tipo, los pasteles, las harinas para hornear, las galletas y las pastas.
El problema aumenta aún más cuando se sabe que al menos el 70% de toda la comida industrializada usa el gluten (debido a sus propiedades) para fabricar colorantes, espesantes, preservantes y un sinnúmero de otras aplicaciones, por lo que productos que no relacionamos con las harinas, tales como jugos, carnes enlatadas, embutidos, salsas, yogures, chocolate, margarinas, ensaladas o comidas congeladas, gelatinas y otros, tienen suficiente cantidad de gluten como para ocasionar que la enfermedad persista y nunca mejore.
Además de las dificultades en la dieta, esta enfermedad puede presentarse de forma diferente a lo largo de la vida, lo que dificulta aun más su diagnóstico. Los síntomas clásicos que describí son típicamente relacionados con los niños, pero tanto niños como adultos pueden presentar síntomas aislados o bien nunca presentar síntomas a pesar de tener pruebas de laboratorio y genéticas positivas.
En otras palabras, hay personas que a pesar de tener un intestino sano y hasta con una biopsia negativa, pueden tener pruebas en sangre positivas. Se sabe que la gran mayoría de personas son por lo tanto asintomáticas, pero son potenciales candidatos a presentar síntomas de la celiaquía en cualquier momento de sus vidas.
Los adultos, en orden de importancia, presentan los siguientes síntomas: fatiga, dolor abdominal, exceso de gases, anemia, menstruaciones irregulares, estreñimiento (50% de los casos), osteoporosis, depresión, irritabilidad y ansiedad. Muchos de los síntomas intestinales suelen atribuirse por equivocación a otras enfermedades tales como colitis, gastritis y diarreas infecciosas.
Si usted o alguien de su familia tiene frecuentemente malestares abdominales y otros tales como los descritos, debe consultar con su médico para que le haga el diagnóstico correcto. De comprobarse, la dieta especial durará toda la vida y requerirá de mucha información nutricional, cuyas bases, con mucho gusto, explicaré en el próximo artículo. Esté pendiente de la próxima edición de mi columna.
Fuente: laprensagrafica.com