Diez hitos del diseño británico

Por Calamar

Cogí fuerzas en una de las nuevas capillitas hipster de Bethnal Green, el Cafe 388. Tortilla de espinacas con ensalada, y un zumo de naranja. Por cinco libras vale la pena. Fuera llovía, así que cogí el metro para ir hasta South Kenstington, el Barrio de Salamanca de Londres. Allí me esperaba David, El Titi, para visitar el Vitoria & Albert Museum.
Pude ver que en todas las estaciones han puesto carteles nuevos para indicar trayectos a eventos deportivos de las Olimpiadas, que serán el próximo agosto, y que ya están siendo un fastidio importante. Desde el Ayuntamiento de Londres dirigido por el neoyorquino Boris Johnson, el alcalde conservador que se parece a quince orangutanes, están sugiriendo que no utilicemos el transporte público durante esos días para ir a trabajar, que todos no cabemos. Anunciaron también que cortarán un carril en las principales carreteras, por el que sólo podrán circular automóviles de la organización olímpica, y que los que usen el transporte público para ir a un evento deportivo olímpico, con la entrada en la mano, no pagarán. Los que vayan a trabajar, seguirán pagando por el bono mensual unos 140 euros, o más. No está previsto que vayan a ser azotados, por el momento.
Es también el espíritu olímpico de arcoiris multicolores lo que está haciendo que los precios de las rentas en el East London, donde viven trabajadores de los que trabajan a destajo, se esté incrementando expoñencialmente. El discurso envenenando sobre los beneficios y la regeneración de las zonas próximas al estadio olímpico se repite machaconamente. Y nosotros ya aprendemos a sospechar de las regeneraciones urbanas cuando van de la mano de la propaganda política: suelen consistir en tomar un terreno baldío, llenarlo de imitación sofisticada, lofts, pastelerías y fachadas sin alma. Creen que eso les da una aura de buen gusto, o algo así. Esta dinámica especulativo obliga a ciudadanos de ingresos menores a hacer espacio para los oportunistas, que toman como rehén un espacio público interesante, en un determinado momento, con la esperanza de ganar más dinero. No comprenden, porque no quieren comprender, que el desarrollo de un área necesita dinámicas propias, y que la identidad la da, sobre todo, el tiempo suficiente.
Llegué con cinco minutos de retraso, y no diez, como decía David. Pasamos por debajo de los 208 conos de tráfico puestos del revés que forman la instalación temporal diseñada por el estudio Heatherwick, puede que el más puntero del mundo, que recibe a los visitantes. Queríamos ver la exposición British Design 1948-2012.
En 1948 Londres acogió los primeros Juegos Olímpicos después de la Segunda Guerra Mundial. Fueron llamados los juegos de la austeridad, la ciudad estaba devastada por las bombas. Este verano se celebrarán otros, y el contexto es completamente diferente. Esta muestra, que se puede visitar hasta el próximo septiembre, explora las tensiones permanentes en la cultura inglesa entre modernidad y tradición (¡tradición británica!), y va en la búsqueda del impulso subversivo que ha marcado el liderazgo creativo del diseño británico durante estos últimos 60 años. Lo hace a través de edificios, imágenes, objetos e ideas de artistas nacidos o entrenados en la Gran Bretaña.
Al sair tomamos un par de pintas en el The Anglesea Arms, mientras mirábamos con gusto a las sloane rangers, que se divertían como si nengunha crisis estuviera despedazando Occidente. Nos jugamos la cuenta al Black Jack y gané. En el metro de vuelta una chica que iba sentada a mi lado me preguntó de que país soy. Le respondí preguntando por qué sabía que yo no soy inglés. Porque nosotros nunca usamos cuadernos de cadrículas, respondió.
La entrada cuesta trece libras, ocho enseñando el carné de la Universidad de Santiago, que no caduca nunca, como el primer amor. De todo lo que allí vimos, me quedé con esta decena:
1. La torre Skylon del Festival of Britain

El Festival of Britain fue una exposición nacional que comenzó en Londres, en 1951, y después recorrió todo el país. Por entonces, después de la Segunda Guerra Mundial, una buena parte de Londres estaba aún en ruinas y su reconstrucción era una necesidad urgente. El festival intentó crear en el ciudadano británico una certeza: que sería una reconstrucción moderna y eficiente. Se mostraba la contribución de Gran Bretaña a la cienca, tecnología, diseño industrial, arquitectura y artes.
La torre Skylon fue el símbolo del festival. Tenía forma de cigarro de aluminio, sostenida por cables de acero. La base era de unos 15 metros, y la altura de 90. Fue diseñado por Hidalgo Moya, Philip Powel y Felix Samuely, y fabricada en Hereford, Inglaterra. Un año después Churchill mandó retirarla, pensando que era un símbolo del gobierno laborista anterior. Se vendió como chatarra.
2. Señal de advertencia de niños cruzando.

Fue obra de Margaret Calvert y Jock Kinnier, en 1964. Juntos diseñaron el sistema de señalización de las autopistas inglesas desde 1957 hasta 1967. Este modelo fue el utilizado después en la señalización viaria moderna en casi todo el mundo, y sigue en uso.
Unos años antes, el diseñador gráfico Herbert Spencer, condujo su coche desde el centro de Londres hasta el nuevo, entonces, aeropuerto de Heathrow, y fotografió cada uno de las señales que se encontró en por el camino. Publicó el resultado en la revista Typographica. Distinguió cientos de símbolos de distintas tipografías, tamaños y colores, colocados por distintas administraciones. Esta situación caótica no pasó inadvertida para el gobierno, quien encargó a Kinnier y Calvert el nuevo sistema. Ahora se cuidaban minuciosamente las letras, colores, formas y símbolos, con eficiencia y elegancia. El sistema fue un éxito inmediato.
Esta señal, que advierte de la cercanía de niños en la vía, esta basada en una foto de Calvert y su hermano cuando eran pequeños.
3. Que es lo que hace que los hogares de hoy sean tan diferentes, tan atractivos?

En 1956, en la Whitechapel Gallery de Londres, se organizó la histórica exposición, porque no la entendió ni Dios, This is tomorrow. Incluyó la obra de artistas, arquitectos, músicos y diseñadores gráficos. Se dividieron en 12 equipos, en un ejemplo de colaboración interdisciplinar poco usual por entonces. El punto de partida conceptual eran los sentidos humanos y la vivienda. En el equipo 2 estaba Richard Hamilton. Presentó, bajo el llamativo título Just What Is It That Makes Today?s Hombres So Different, So Appealing?, un collage que fue la primera obra a la que la crítica llamó propiamente Pop, la palabra que se lee en el caramelo que sostiene el culturista.
El diseño ya no es sólo reconstrucción, será también revolución. La cultura popular, publicidad, cine i electrodomésticos, configura el nuevo paisaje iconográgica. Tan vigente que espanta.
4. El Mini

El Mini, el vehículo económico para familias y mujeres. Lo produjo la British Motor Company desde 1959 hasta 1960, cuando fue sustituido por el Nuevo Mini, el objeto de deseo sin sustancia de docenas de encargadas de Inditex.
En 1956, en plena Crisis de Suez, el Reino Unido sufre la reintroducción del racionamiento de gasolina. Caen las ventas de vehículos grandes, y se incrementan las de utilitarios, procedentes en su mayor parte de Alemania. La British Motoro Company reacciona: encarga un coche que quepa en una caja de 3,0 x 1,2 x 1,2 m, que el habitáculo de los pasajeros ocupe 1,3m de los 1,8m de longitud, y que el motor sea el de un modelo ya preexistente. Se encargó de la tarea Alec Issigonis. Las ventanas eran corredizas, reservando el espacio de mecanismo para bolsillos de almacenamiento. Se dice que en ellos cabía justo una botella de su ginebra favorita.
5. Twiggy

Quien tomó esta fotografía fue Ronald Traeger, un americano que supo captar la picardía femenina como nadie. Y la de la foto es Lesslie Lawson, o Twiggy, muy pícara, ademáis de guapa. Ahora ronda los 60. En aquel momento, con 16, encarnaba el modelo fashion inglés asequible para la juventud trabajadora, y ya consumidora de moda. Pelo corto y engominado, actitud juvenil y piernas largas. Como en Blow Up de Antonioni.
6. Los sastres

Asociamos el tailoring británico a lo clásico, y asociamos bien. Aún me asombran las tiendas de trajes a medida en casi cualquier rincón de Londres. Son bastante sofisticadas, de madera y dorados, y con portero. No como aquella sastrería de Marcelino en Viveiro, a la que subíamos para ver las procesiones, y de cuando en cuando a recoger pantalones de pana para mí padre, mientras jugábamos con los muestrarios de telas, las tizas, y un teléfono rojo de rosca de los que hoy se venden en Portobello.
Ser clásico y al tiempo ir dando la nota es algo propiamente British. Igual que cruzarse en pelotas por delante de la antorcha olímpica. Tommy Nutter y Edward Sexton, en los 60, lo entendieron bien. Diseños extravagantes, corte clásico, y una larga lista de clientes famosos.
7. La Saint Martins School y Bowie

De pronto el perro se abalanzó sobre mí, y la expresión de Bowie cambió. Es sencillo, cuanto más duro trabajas y más fotografías tomas, más momentos decisivos se pueden capturar. Se trata de experiencia, de estar preparado, y de anticiparse. El trabajo de Terry El´Neil, si por algo destaca, es por capturar a los retratados en posiciones poco convencionales. Ésta formó parte de la promoción de Diamond Dogs.
El traje de rociero andrógino que lleva Bowie salió de la Central Saint Martins School of Art and Design, la escuela de buena parte de los creativos de moda más señalados desde los 90 hasta hoy.
8. God save the Queen
El Punk fue, más que nada, una respuesta radical de algunos chicos a la complaciencia y el conservadurismo de la cultura Británica mainstream de entonces. La superficie en ocasiones derivó en estereotipos, pero algunas de sus ideas más brillantes dejaron un impacto profundizo en subculturas que vendrían después.
Una de esas ideas la tuvieron Jamie Reid y Malcom McLaren. Reid era cofundador de la revista Suburban Press y McLaren el manager de los Sex Pistols. Cogió a Reid para diseñar la gráfica de los Pistos. Buscaba una estrategia de shock y Reid había sido capaz de ponerle un imperdible a la reina en los labios en las celebraciones del Silver Jubilee, el 25 aniversario de reinado de Isabel II. Para el disco utilizó letras recortadas como hacen los extorisionistas, reforzando el mensaje rupturista. Construyeron nuevos significados con viejos residuos. Se salieron.
9. La silla Supporto

Diseñada para finalizar con las jerarquías en las oficinas. Es un diseño de Fred Scott, de 1980. Ergonómica, totalmente ajustable y fácil de limpiar y mantener. Aún se fabrica.
10. El Jaguar Y-Type Series 1

El coche para dejarse llevar en verano por las curvas de Positano, o en otoño bajando por la Gañidoira y sonando DIIV de fondo. Es el que toma prestado Don Draper para sacar a pasear a Joan en la quinta temporada. Lo diseñó Malcom Sayer, utilizando algortimos y calculos matemáticos novedosos que optimizaban la aerodinámica como nunca se había hecho. Tiene carisma, diseño y punch.
El MOMA adquirió uno en 1966 para su colección permanente.