Y el titulo te ponía en la disyuntiva de si leer o mejor pasar de largo. Sabia que iba a sufrir con su lectura. Se llamaba: Acoso y mas acoso.
Hace unos días al ir a recoger a las niñas al cole, escucho una voz que me dice "pobrecita Teresa, los niños se aprovechan de ella".
En el recreo nuestra chica con síndrome de down juega con sus compañeros al pilla - pilla y Teresa siempre va detrás persiguiendo, siempre la toca a ella. Las hermanas se dieron cuenta y entendieron que esas normas del juego beneficiaban a los demás a costa de aprovecharse de su hermana. Y sufrían tanto que terminaron apartándola del juego y llevándosela con ellas a los columpios.
Las pregunte si veían a su hermana sufriendo o pasándolo mal. No, pero ellas percibían con rabia que era una especie de juguete (bendito cromosoma de mas que viene acompañado de una ignorancia angelical) en manos de los demás. Y no las gustaba nada.
Creo sinceramente que no hay motivos para la preocupación. Observo a Teresa muy integrada y contenta. He de decir que nunca he visto un mal gesto o desprecio hacia ella en el colegio, al contrario, siempre cariño, respeto y compañerismo. Pero los niños no son tontos y puede que si, que se aprovechen de sus bondades, pero no creo que lo hagan con la intención de humillarla, para nada. A Teresa la encanta correr y participar en los juegos. Creo que juegan con ella y no a costa de ella.
Ese día sus hermanas fueron conscientes que esa bondad que tanto las gusta de Teresa, hace que pueda convertirse en un arma de doble filo. Raquel, Mercedes y Reyes han comprendido que su hermana tan dulce, cariñosa y calentita no siempre lo va a tener tan fácil. No todo el mundo la va a tratar con tanto cariño como ellas. El paraguas familiar imprescindible para nuestros niños con dificultades tiene sus limites.