Existe una antigua leyenda en Japón, «Senbazuru», que dice que a cualquier persona que construya 1.000 grullas de papel le será concedido un deseo.
Las mil grullas de origami (papiroflexia en japonés) se convirtieron en un símbolo de la paz a causa de la historia de Sadako Sasaki (1943-1955), una niña japonesa que deseó curarse de su enfermedad producida por la radiación de la bomba atómica que cayó sobre Hiroshima.
Sadako vivía con su familia cerca del puente Misasa, en la ciudad de Hiroshima. La bomba atómica explotó a 1700 metros de distancia. Sadako voló a través de una ventana y su madre salió corriendo de la casa, sospechando que la encontraría muerta, pero estaba viva, indemne, sin lesiones aparentes. Mientras huía por la calle, Sadako y su madre quedaron atrapadas en la lluvia negra.
Tras el consejo de su amiga y compañera de hospital Chizuko, decidió que haría 1.000 grullas de papel. Pensó que su deseo no sólo sería para curarse, sino también para que todo el mundo pudiera vivir en paz y no hubiera más guerras.
Una versión popular afirma que Sadako no alcanzó la meta de doblar 1000 grullas, que solo dobló 644 antes de su muerte, y que sus compañeras de escuela completaron las 1000 y las enterraron con ella.
Sin embargo, en un documental en blanco y negro, el padre de Sadako, Shigeo Sasaki, dijo que Sadako había construido aproximadamente 1400 grullas de papel, que sus padres guardaron en su casa. Como se le acabó el papel, utilizaba prospectos de medicamentos que le conseguía su amiga Chizuko y mostró las grullas en el documental.
Las compañeras de escuela de Sadako hicieron mil grullas de papel las cuales fueron enterradas junto a ella, de esta forma, se convirtieron en un símbolo de la paz en todo el mundo. Tres años más tarde de la muerte de Sadako, los niños y niñas de toda la ciudad de Hiroshima le dedicaron una estatua de ella con una grulla en su mano. La estatua está en el Parque de la Paz de Hiroshima
Tradicionalmente, regalar grullas de papel se ha asociado con el hecho de querer desear salud, bienestar, felicidad y prosperidad. Se regalan entre otros momentos, cuando nace un bebé, cuando una pareja se casa, cuando alguien está enfermo… o bien se pueden regalar a alguien que quieres o que es importante para ti.
Tengo amigas que comenzaron su confinamiento en Marzo construyendo sus 1000 grullas, algunas por primera vez y otras por segunda. En mi caso, me llamaron al acabar el verano. Es muy adictivo tengo que deciros se ven tan bonitas juntas y se quedan tantas vibraciones positivas, tantos pensamientos de esperanza puestos en ellas que aunque inicialmente pensaba ¿Qué voy a hacer con ellas? A día de hoy que he completado las 1000 y alguna más, son mi pequeño tesoro.
He hecho varios DIY: Composiciones con grullas de colores o estampadas en marcos de distintos tamaños, un móvil para bebe incluso he regalado alguna suelta. Recogiendo el espíritu de esta historia, la Fundación Mútua General de Catalunya ha creado la iniciativa "1 origami 1 euro" con la finalidad de compartir este deseo solidario con toda la sociedad.
Por cada grulla recogida, ellos donan un euro a la fundación que tu escojas. Esto último ha sido lo que quizás me ha llenado más: Les he donado 850 de las 1000 pero tengo hasta el 10 de Diciembre para construir y donar alguna más. Y tú, si quieres participar empieza construyendo tus grullas y aunque probablemente no llegues a donarlas este año, seguro que si para el año que viene. Escoge un papel bonito y a crearlas con mucho amor ¿Te animas?
Este post ha sido redactado según el Código de Confianza C0C.
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