Así define el diccionario de la R.A.E el trampantojo, y si lo trasladamos del diccionario a la cocina, podríamos decir que el trampantojo es un engaño visual al comensal, que ve una cosa en su plato, pero cuando la prueba, descubre que es otra muy diferente.
La receta de este viernes es uno de estos trampantojos - eso sí, aviso a navegantes... no os esperéis la maestría de Diego Guerrero y las maravillas que, seguro, se pueden probar en su DSTAgE ;) - lo mío son sólo unas magdalenas saladas que, al morderlas, tienen ¡sorpresa! No todo va a ser dulce, ¿no?
Fotos & Elaboración @ Deco López García
Pero, no asustarse, que aunque lo del trampantojo culinario quede muy chic, la elaboración de hoy sigue la tónica habitual: una receta sencilla con ingredientes que hay en cualquier casa, aunque esta vez con el aliciente de que nos ayudará a sorprender a nuestros comensales ;)
Los ingredientes para 6 unidades son:
- 6 rebanadas de pan de molde (yo lo he utilizado sin corteza, pero vale también con)
- 6 huevos de gallina (dependiendo del tamaño del molde, también se pueden emplear de codorniz)
- 6 lonchas de beicon o panceta
- mantequilla
- queso rallado (podéis utilizarlo del tipo que más os guste)
- sal
- pimienta
Vais a ver que, además de tener ingredientes sencillos, la preparación también lo es, fácil y rápida. Por eso, una vez que tengamos preparados los ingredientes y antes de ponernos a trabajar con ellos, podemos ir precalentando el horno a 180º porque enseguida lo vamos a necesitar ;)
Los pasos a seguir para preparar nuestras magdalenas saladas son:
Lo primero de todo es aplastar el pan de molde hasta dejarlo muy fino, para ello nos ayudaremos de un rodillo de repostería (ya sabéis que si no tenéis, una botella de vino vacía también sirve), pero eso sí, debemos hacerlo con cuidado para que no se rompa. A continuación, con un cuchillo cortaremos por la mitad las rebanadas de pan ya estiradas, haciendo como dos rectángulos alargados de cada rebanada y, de momento, los reservamos.
Para el siguiente paso, cogemos los moldes y los vamos untando un poco con mantequilla extendiéndola bien. Yo he utilizado un molde de seis magdalenas, pero servirían moldes individuales de cupcakes, moldes de flanes... lo que tengáis por casa. Aunque es inevitable que de un pelín de sabor, la mantequilla en este caso, más que como un ingrediente en sí, la utilizamos para que las magdalenas no se peguen y así, cuando vayamos a desmoldar, no se nos rompan.
Una vez ya tenemos untados los moldes, vamos colocando las tiras de pan que habíamos reservado en forma de cruz y, con los dedos, vamos dándole forma, adaptándolas al molde, y retirando los sobrantes para que, efectivamente, después parezca la base de una magdalena.
A continuación, sobre el pan repetimos la misma operación, pero esta vez con las lonchas de beicon que también colocaremos en forma de cruz, recortando los sobrantes. Dependerá de lo grandes que sean las lonchas pero lo normal es que con una loncha cortada por el medio os de para hacer la cruz de una magdalena.
El siguiente paso es colocar un poco de queso rallado en cada hueco, eso sí, con cuidado de no llenarlas en exceso. El queso se fundirá y ocupará menos, pero necesitamos espacio para el resto, así que lo recomendable es rellenarlas como hasta la mitad del hueco formado por el pan y el beicon, más o menos.
De la preparación sólo nos queda poner un huevo en cada molde sobre el queso y salpimentar al gusto. En mi caso, yo les puse sal a todos, pero pimienta sólo a la mitad, para que los niños también lo probaran y como, de momento, la pimienta no es su fuerte... pues eso ;)
Finalmente, cuando los tenemos todos listos, los metemos al horno a 180º - es decir, que no movemos la temperatura a la que lo habíamos precalentado - y lo dejamos durante unos 15 minutos más o menos, o hasta que veamos que la clara del huevo ya está cuajada. Entonces, sacamos del horno y desmoldamos.
Y ya está, servimos y tenemos nuestras magdalenas saladas listas. En mi caso, mi horno es bastante potente y yo creo que me pasé un pelín. Como podéis ver en las fotos, aunque no del todo, la yema también se coció bastante, y yo creo que si la hubiera dejado un poco más líquida, - al estilo de los huevos pasados por agua o los huevos benedit - el resultado sería aún mejor. Otro día pruebo y os cuento si he mejorado la receta ;) Pero hasta con la yema así de cocida, y aunque yo no sea muy objetiva, os puedo asegurar que el sabor es... ¡buenísimo!
Para que os hagáis una idea, yo estoy a dieta súper estricta y portándome bien, bien, pero en esta ocasión no me pude resistir... aquí y ahora confieso que me comí una magdalena y la verdad es que me supo a gloria, jajaja, pero de verdad os digo que no fue sólo por el hambre que paso ;)
Ya veis lo fácil y rápido que es preparar este trampantojo de magdalenas.
¿Una idea? Podéis servirlas como aperitivo o como cena. ¿Os animáis a probarlas?
¡¡FELIZ FIN DE SEMANA!!