Doctor, me apunto las cosas y no consigo vaciar la mente

Por Ajmasia @ajmasia

Tenemos una herramienta maravillosa sobre los hombros y en ocasiones, me atrevería a decir que en muchas ocasiones, no le damos el uso adecuado. En mi opinión ese mal uso procede del desconocimiento a grandes rasgos de cómo funciona realmente. Disponemos de una memoria a corto plazo que de forma natural es la que tiende a almacenar todas aquellas cosas que nos llegan en nuestro día a día. Esta memoria, conocida como la memoria primaria o activa, tiene un serio problema y es su corta persistencia temporal, estimándose su capacidad entre 7 y 10 elementos, lo que nos indica que al igual que la memoria RAM de un ordenador es limitada. Si en tu día a día tan sólo tienes que recordar este número de elementos, puedes estar tranquilo. Ahora bien, si tienes que recordar más cosas, tienes un problema serio y que de no atajarlo te generará muchas situaciones complejas y estrés derivado.

Disponemos también de otra memoria a largo plazo, también conocida como secundaria o inactiva, cuyo límite de capacidad aún es desconocido y está vinculada normalmente a recuerdos procedentes de situaciones o experiencias emocionales.

Si usamos la mente para tratar de perpetuar todo aquello cuya memoria a corto plazo no es capaz de recordar, estamos precisamente haciendo un mal uso de dicho recurso ya que su función es la de poner en marcha nuestro entendimiento, la creatividad y muchas más habilidades cognitivas, por lo que debes usar tu mente para crear y no para almacenar.

Pero todo no es perfecto. Si la mente lo fuese y vislumbrara algún tipo de inteligencia, sería capaz de recordarnos que tenemos que hacer algo en el momento justo en el que podemos hacer algo al respecto y esto no suele pasar. Seguro que sólo te recuerda que tienes que comprar abono para tus plantas cuando las estás regando y no cuando estás en el pasillo de los abonos del centro comercial. La mente no piensa por su cuenta, pero no pasa nada, la imperfección también es belleza cuando se conoce.

La solución a estos problemas aparentes es sencilla. Debes confiar en algo mejor que tu mente que ya sabes no tiene la capacidad de almacenar. Se trata de externalizar todo aquello que captan tus sentidos y llama tu atención. La tendencia general de muchas personas es que cuando notan que su cabeza se satura, comienzan a hacer listas y listas y sin embargo las cosas siguen sin desaparecer de la mente. ¿Por qué ocurre esto? En primer lugar porque no se aclara cuál es el resultado que se persigue o desea. En segundo lugar porque no se ha definido cuál es la primera medida física que ha de adoptarse, y en tercer lugar porque no se han colocado los recordatorios adecuados en un sistema externo que sea plenamente confiable. Mientras no se den esos pasos, nuestro cerebro será incapaz de olvidar dichos asuntos. Realmente podemos engañar a cualquiera, pero nunca a nuestra mente. Ella sabe de forma clara si hemos llegado o no a las conclusiones necesarias para poder olvidar aquello que nos inquieta y no acaba por desvancerse.

Así es que ya sabes, vaciar la mente es algo más que apuntar en una lista todo aquello que te ronda la cabeza, también has de aclarar su significado y disponer de los recordatorios necesarios para que esto ocurra.

La receta del doctor: Primero capturar, luego procesar y por último organizar. Sigue los tres primeros pasos para controlar el flujo de trabajo diario que propone GTD y con ello no sólo conseguirá vaciar tu mente sino que a la vez estarás definiendo cuál es tu trabajo. ¿Te pasas por la farmacia?

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