¿Dolor?

Publicado el 17 febrero 2015 por Claudia_paperblog

Y pienso en lo idiota que era. Hace tan solo unos meses quería sentir dolor, quería sufrir, necesitaba sentirme viva, sentir que yo era la protagonista de mi vida y no una mera espectadora que se conformaba con permanecer sentada, viendo escenas pasar ante mis ojos. Sí, dolor, lo necesitaba. Para reaccionar de una vez por todas y dejar de hacerme la dura y la distante. Pensaba que para apreciar los verdaderos momentos de felicidad necesitaba pasarlo antes mal, vivir también malos momentos para sentirme agradecida con mi vida y no llevar un día a día plano y aburrido, en el que no pasara nada y todo continuase relativamente “bien”.

The Trench Run, Peter Stewart

Pero ahora es cuando me doy cuenta de que no, de que no quiero sufrir. Le tengo un miedo irracional. Creo que aguanto bastante bien el dolor físico, intento quejarme poco y soy anti-pastillas total (Nada de ibuprofeno o paracetamol). Pero el dolor del corazón o el mental es algo horrible. Le tengo miedo a él y a su sonrisa, a sus manos y a su mente, a sus ojos y a su cama, a su cuerpo y a su alma. Le temo a nuestras conversaciones inacabables, en las que nunca nos despedimos (Ni un adiós, ni un hasta luego o un hasta mañana). Esas conversaciones nunca terminan, prosiguen siempre, a la hora que sea, a las dos de la madrugada o ya al día siguiente a la hora de merendar, pero las temo porque son conversaciones a medias, igual que la taza de café que se quedó a medias, o los vasos de vino por la mitad (aunque no mi copa), o aquella primera noche en que ambos nos quedamos a medias, como sin encontrarnos del todo.

Es tan sincero… Es el único que se ha fijado en pequeños detalles de mí que ni yo misma conocía, como la cara que pongo cuando no sé algo o ese momento en el que suelto lo primero que se me pasa por la mente y luego agacho la cabeza e intento justificar lo ya dicho.

Tengo miedo, pero supongo que tendré que confiar, apostar por él, cerrar los ojos y tomarle de la mano. Aferrarme bien a él y esperar que no me suelte mientras me tiro al vacío, sin seguridades pero con ganas, dejándolo todo en manos del destino. Lo haré, me lanzaré y me atreveré. Al fin y al cabo, es lo que siempre he hecho querido hacer.

Y también me arrepiento un poco de mi última entrada, porque al hablar de Él, no estaba hablando de nadie en concreto sino de diferentes chicos que han pasado por mi vida.

Y sí, soy una pesada a la que le encanta la conjunción “y” y las oraciones coordinadas en general. Y, pasase o no el San Valentín acompañada, no voy a hablar de esta fecha porque creo que poco queda ya que decir. Y os dejo con un poco de locura convertida en unas palabras que me marcaron.