Es curioso que al buscar datos de la zona donde se elabora este vino, uno de los reclamos recurrentes sea algo tan sencillo como unas muñecas, pero no unas muñecas cualquiera. Ontur en Albacete, fue en 1946 foco del hallazgo de varias muñecas romanas, datadas sobre el S.III o IV D.C, y que, a semejanza de los ushebtis del antiguo Egipto, parecían acompañantes de los difuntos en su viaje al más allá. Cuatro de ellas son de marfil, y una de ámbar, curiosamente los colores de la etiqueta del vino, guardando alguna de ellas detalles de su peinado y su calzado originales. Poco podemos saber de la dueña de las muñecas, solo espero que no se sintiera sola en su viaje, ya que, de alguna manera, con sus muñecas, nunca será olvidada. La tierra en España trae muchas sorpresas, y eso hace que nuestros vinos siempre tengan una historia detrás. Vamos con la de este vino de Jumilla.
El Dominio de Ontur Selección 2018 está elaborado por Bodegas Ontalba desde Ontur, Albacete, y pertenece a la D.O.P. Jumilla. La bodega cooperativa nace con la fusión de dos cooperativas cercanas, San José de Ontur (fundada en 1947) y San Isidro de Albatana (fundada en 1964), y aparte de bodega, es también almazara, elaborando aceites con arbequina, cornicabra, manzanilla y picual. Sus 950 cooperativistas se alían para sobrevivir en este mundo cambiante, en el que los pequeños viticultores y agricultores se ven fagocitados por las grandes marcas que buscan un producto homogéneo y sin personalidad. Ya hemos hablado en el blog muchas veces de los auténticos tesoros vínicos que se encuentran en las cooperativas. Este vino está elaborado mayoritariamente con uva syrah, de jóvenes viñedos de entre 20 y 25 años, y la omnipresente monastrell de la D. O. con viñas viejas de entre 40 y 70 años, en vaso. Es curioso que la uva syrah es introducida en España por el Marqués de Griñón, hace ahora justamente 30 años, en su finca toledana. Tiene una crianza de diez meses en barrica de roble francés. Presenta un color rojo cereza de capa media alta, ribete atejado, lágrima densa y persistente, con una presencia de vino más adulto. Buena nariz, en la que predomina la syrah claramente, notas espaciadas, fruta roja madura, y un amable punto ácido. En boca buena entrada, acidez aún por domar, cacao, torrefactos, vino con nervio y marcada presencia de la barrica; discreta persistencia, con un final secante que nos vuelve a recordar la barrica. Un vino de Albacete con un punto riojano, un Jumilla nada al uso y sin duda arriesgado, pero de cobardes está lleno el cementerio. Curioso, y a un precio que permite probarlo sin miedo.
R.
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