¿Dónde estabas tú?

Publicado el 10 abril 2012 por Jlmon

Después decasi cinco largos años de descenso a los infiernos, pocos son los que todavía se formulan aquella pregunta que en 2008 estuvo en boca de muchos: ¿Cómo no se ha hecho nada si ya se veía venir?

Efectivamente, se veía venir por un principio empírico que demuestra que este sistema, llámese liberalismo, capitalismo o como se quiera, se alimenta en prados de movimientos cíclicos recurrentes o, como dijo el otro, todo lo que sube, baja para volver a subir aunque sin posibilidad de predicciones a medio o corto plazo. Hemos complicado tanto el sistema que ya resulta imposible aventurar sus comportamientos. Sin embargo, las previsiones de futuro han estado, no sólo bien vistas, sino también generosamente reconocidas y remuneradas cuando, en realidad, no eran otra cosa que un fraude sustentado en una ignorancia sofisticada.

Efectivamente, se veía venir desde el momento en que las políticasneoliberalesnorteamericanas de desregularización financiera, iniciadas en la década de los 70 del pasado siglo, convirtieron la Ley Glass – Steagal en un mito del pasado. Se podía ganar mucho dinero bailando en el margen legal sin temor a provocar una debacle generalizada. Todo era ya demasiado grande como para venirse abajo. Enron demostró que hasta el aire pesa y que todo lo que sube, baja aunque puede llegar a hacerlo sin control.

Efectivamente se veía venir cuando un bien valorado en tres alcanzaba un precio de mercado de trescientos ochenta. Pero no podía ser de otra forma dada la extensión de la cadena generadora del bien. Todos debían ganar en este fraude organizado que sutilmente acostumbramos a llamar “burbuja”. Todos menos el último que se quedó con el bien como si del juego de las sillas se tratara.

Efectivamente se veía venir en una supra estructura nacional llamada Europa, nacida tras la pesadilla, fundada en buenas intenciones, pero corrompida finalmente por los viejos atavismos nacionales, los intereses económicos privados que no públicos y una desmedida ambición integradora que ha acabado uniendo a churras con merinas en un extraño convite donde algunos continúan preguntándose si deben utilizar la pala de pescado o el cuchillo jamonero.

Efectivamente se veía venir a nivel patrio con un sistema de partidos cada vez más próximo al turnismo paralizante. Una clase política cada vez menos profesionalizada y dominada por el exclusivo deseo de alcanzar el poder y mantenerse en el mismo todo cuanto fuera posible aunque para ello hubiera que declarar alcanzado el paraíso de la igualdad y la fraternidad costara lo que costase. El bien político se impuso al bien público mientras el bien común se perdía en las brumas meseteñas.

Efectivamente se veía venir con una sociedad rendida al éxito y la abundancia. Una sociedad que sustituyó a los magos del pelotazo por los ejecutivos y empresarios ejemplarizantes que, en realidad, habían aprendido el valor de la discreción a la hora de hacer dinero sin preocuparse demasiado del futuro inmediato adaptando la máximo orteguiana hasta dejarla niquelada en aquello de “que arreen los que sigan”. Una sociedad dominada por parecer antes que ser. Inculta y superficial, rendida a la promesa de la felicidad permanente.

Efectivamente, todo se veía venir, todos lo veían venir, pero de nada servía porque no existía futuro sino presente, hoy y mañana, pero sin pasado mañana.

Políticos, banqueros, granujas y oportunistas han tenido su parte de culpa, pero…

¿dónde estabas tú cuándo todo esto ocurría?

Quizás seas uno de los indignados, quizás alguien que ha perdido su casa, su trabajo y hasta su dignidad. Quizás te levantes cada mañana sin futuro. Quizás continues preguntandote cómo ha podido ocurrir todo esto, pero...

¿qué estas dispuesto a hacer?

Cuando un problema no se enfrenta, acaba convirtiéndose en molestia, pero si además pretendemos que otro lo resuelva, puede transformarse en una agonia indefinida que nos acabe convenciendo de que el futuro simplemente fue una palabra del pasado.