…salta la liebre, dice el refrán, parafraseando el cual podríamos decir que también donde menos se espera salta la palabra. La palabra rara, curiosa, interesante. Esa palabra que nunca antes habíamos visto, que no conocíamos y que descubrimos así, de sopetón, en cualquier sitio y por sorpresa.Esto les habrá ocurrido a ustedes muchas veces, sin duda, como a mí misma, ya lo saben. Cuando encuentro una de esas palabras inauditas que me llaman la atención no tengo más remedio que anotarla; es inevitable, no puedo dejarla pasar, para después, en cuanto tenga ocasión, intentar saber algo más de ella: su significado exacto, su origen, sus usos frecuentes, sus diferentes acepciones si las tuviere…
Normalmente son palabras a las que no voy a poder dar uso,es decir, que se van a convertir en vocabulario pasivo dentro de mi diccionario mental, aumentando ese conglomerado de cachivaches inasibles que algunos llaman conocimientos inútiles. Pero nunca he alardeado de tener un sentido práctico de la vida, así que me quedo con ellas y las guardo como quien guarda un recuerdo que le gusta pero que probablemente nunca va a utilizar: simplemente por el gusto de tenerlo, de saber que existe.Hoy traigo aquí, para compartirlas con ustedes, que es lo que más me gusta, unas cuantas palabras nuevas –nuevas para mí- que han ido saltando ante mis ojos, cual liebres con ganas de juego, en diversos textos que he leído últimamente.
Y como esto de relapso me suena a lapso y a lapsus, vuelvo a recurrir a los sabios y descubro que relapso deriva efectivamente de lapso, que deriva a su vez de lapsus, que significa, ni más ni menos que deslizamiento, caída, de ahí su sentido de “re-caída en un error”. Pensándolo bien, creo que a esta palabra si le podemos dar un uso cotidiano. Sobre todo después de ver un telediario.
Otra de mis palabras favoritas desde hace unas semanas es sochantre. No me dirán ustedes que no es sonora y contundente. Antes de saber su significado, a mí esta palabra me sonó a insulto, pero a insulto cabal, merecido y específico. Un insulto meditado y elegido a conciencia. Pero no, no podemos insultar a nadie con este vocablo colosal porque nada tiene de ofensivo: el sochantre es el “director del coro en los oficios divinos”. Esta palabra tan curiosa y resonante está formada con la preposición so y el sustantivo chantre, derivado del francés chanteur, cantor. Por lo tanto el sochantre es el que está por debajo, el auxiliar, del chantre o maestro del coro.
“Aquí hubiera acabado su faena mística el Sochantre, si de improviso no levanta Isabel sus ojos del suelo…”(Ginés Alberola. El sochantre de mi pueblo, 1890) La última palabra de hoy es bibliópolo. Ya conocíamos al bibliófilo, al bibliómano y al bibliógrafo, y ahora se une a ellos su amigo el bibliópolo, o bibliopola, tal y como aparece en el diccionario de la RAE, que es un vendedor de libros antiguos y especialmente de libros raros y curiosos.Procede del latín bibliopola, a través del griego bibliopoles, compuesto por las formas biblion y polein, vender.“Quintiliano coloca al frente de sus Instituciones oratorias una carta escrita al bibliópolo Tryphon, donde se le muestra muy reconocido.” (Manuel Danvila y Collado. La propiedad intelectual: legislación española y extranjera comentada, concordada y esplicada según la historia, la filosofía, la jurisprudencia y los tratados, 1882).Relapso, sochantre, bibliópolo. Puede que éstas sean palabras hoy caídas en desuso, pero si a veces vuelven con un nuevo aire las modas del vestir tras pasar un tiempo en el armario del olvido; si se recuperan tradiciones que parecían perdidas para siempre, y si la nostalgia nos hace volver la vista al pasado para darle un nuevo valor a toda clase de manifestaciones del saber y el hacer humano, también podríamos, digo yo, volver a usar palabras arcaicas y renovarlas quizás con acepciones más modernas. Más que nada porque suenan divinamente, ¿no les parece?