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Hijo de los Deseos (de Baha’Ulla)

Publicado el 28 diciembre 2015 por Jads

¡Oh, hijo de los deseos!
Presta atención. La mirada mortal no reconoce la belleza eterna.
Ni el deleite, el corazón sin vida; excepto de la flor marchita.
Quien busca al igual que a sí, sólo se place de la compañía de los su tipo.

¡Oh, hijo de los deseos!
Por años los sabios lucharon sin alcanzar Su Presencia.
Pasaron la vida buscándole sin contemplar la hermosura de Su Rostro.
Pues sí sin esforzarse consigue y si sin buscar encuentra: sigue envuelto en el velo de sí mismo: sus ojos no contemplan Su Hermosura, sus manos no tocan Su Manto.
Quien pueda ver: maravíllese.

¡Oh esencia del deseo!
Más de una mañana crucé de ninguna parte a tu morada.
Entretenida con otros te encontré, en la cama de la facilidad.
Como el resplandor del espíritu, vuelvo a los dominios de la gloria.
Y en el retiro de los amos celestiales: no lo respiro.

¡Ay! ¡Ay! ¡Oh amantes de los deseos mundanos!
A pesar de la rapidez del rayo, pasan a Su Lado, pero ponen su corazón en ilusiones retorcidas.
Se inclinan ante vanas imágenes y les llaman verdad.
Vuelven sus ojos a la espina y le llaman flor.
Ni un solo soplo de pureza respiran.
Ni una sola brisa de desprendimiento brota de los prados en sus corazones.
Echaron a los vientos Su Consejo, lo desterraron de su corazón.
Como bestias, se mueven entre los pastos del deseo y la pasión.

¡Oh, hijo de los deseos!
¿Hasta cuándo te ciernes en los reinos del deseo?
Descendí alas sobre ti para que vueles a la virtud.
No a los dominios de sueños infames.
Te di cardas para que peinaras mis rizos rapaces.
No para lacerar mi garganta.


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