DOQ Priorat, Mas Doix 2003 (mágnum)

Por Jgomezp24

Esa noche de agosto de 2003, las lágrimas de San Lorenzo fueron escasas. La luna llena (el 12 de agosto) hacía estragos lumínicos y Europa entera sucumbía a una de las peores olas de calor de los últimos años. En la DOQ Priorat (con datos de Mas Martinet en la mano), 2003 hizo sufrir a las cepas y a sus viticultores lo que no estaba escrito: el verano más cálido, acompañado de la humedad relativa más baja y la menor precipitación. Un año complejo para el vino que nació en él y con el que hay que tener paciencia. Desigual y acomplejado por esos datos, es una añada que hay que tomar botella a botella. No valen las calificaciones generales. No sirven casi nunca, pero en años extremos, en que la acción de las personas (con sus decisiones) acaba siendo determinante, menos.
Nosotros intentábamos sobrevivir en el Ampurdán, en Ultramort. No es mal lugar para tener una prefiguración del infierno, que fue lo que sucedió ese verano. No había noche que ayudara a respirar ni mar que aliviara las pieles abrasadas ni viento que refrescara las casas. Ese verano, a pesar de todo, tuvo algo muy especial para nosotros. La amistad con Valentí y Marian (parte clave de Mas Doix) se consolidó porque conseguimos, entre todos, sobrevivir a una noche de San Lorenzo única. Nuestro primer encuentro en la zona, una buena cena a base de foie-gras mi-cuit de L'Ànec de l'Empordà (en Serra de Daró: una de mis pasiones, recién hecho y comprado in situ) y un buen cesped junto al olivo centenario para asistir al espectáculo anual de la lluvia de meteoros. De madrugada ya, todas las luces apagadas, tumbados y expectantes, sólo rompía el silencio el grito de satisfacción de quien "cazaba" una buena pieza con sus ojos. Pero llovieron pocos...Y de golpe, se oye desde lo más profundo de la tierra, como surgido de sus entrañas, un poderoso ronquido, como de troll haíto de hobbits suculentos.  ¡Valentí se había dormido profundamente!
2004 fue un año espléndido para el Priorat. Las temperaturas se combinaron mucho mejor con la lluvia y la humedad relativa y el vino de ese año pasa por ser uno de los mejores de los últimos decenios. A mí es de los que más me gusta. Hicimos además, gracias a todo lo que os he contado, nuestra primera vendimia en Mas Doix. Y para mí, hubo un antes y un después de ese 2004. Ese año tomé conciencia de verdad de qué significaban para mí los viñedos, la viticultura y hacer vino año tras año, ¿siempre igual?, ¡siempre distinto! Empecé a beber y a elegir, a probar, a conocer, a estudiar y en 2006 nacía este cuaderno. Comprenderéis, pues, el cariño que siento por las añadas de 2003 y 2004 en general pero sobre todo en la DOQ Priorat. Son dos añadas, además, que suelen contar muy bien (por lo menos en Europa), cómo funcionan las cosas en una bodega. Dicen mucho. Tenía guardada una mágnum 2003 de Mas Doix y no he querido terminar este decenio tan particular para mí sin abrirla. 49% garnacha, 47% cariñena, 4% merlot. Fermentación a temperatura controlada en inox y maceración de 4 semanas. 14 meses de roble francés nuevo. 14,5%.
Han pasado diez años y apenas se percibe evolución, ni en el color ni en sus aromas. Entras (en silencio) en el bosque de otoño. Ha llovido hace unos días: hojarasca casi seca. Corazón del bosque mediterráneo. Cierras los ojos (¡tú no, lector!):  matas de romero. Aguja de pino. Hierro y pedernal. Pizarra y raíces. El Priorat más puro en tu copa. No necesita más de un cuarto de hora para mostrar su dinamismo y un perfil íntegro. Y no va a caer un segundo hasta la última gota. Acidez y frescura. Mucha fruta abierta y persistente: cerezas penetrantes. Arándano rojo. Profundidad e intensidad. Ligereza y armonía. Un poco de hoja de tabaco seca. Bolas de pimienta roja en el árbol. Se ha convertido en un vino fino, ágil y elegante, con todos los colores del Priorat histórico en otoño. Alas de mariposa al amanecer: hermoso, fresco y sutil. Delicado. 
En septiembre de 2004, los niños también andaban por el viñedo, sí, pero sus ocupaciones eran otras, digamos más ¡robinsonianas!
La fotografía de la Vía Láctea, con la estrella fugaz, es de nate2b.