Lo más interesante del estudio es que ambos escenarios, tanto dormir como no dormir, fueron las mismas personas. Es decir, tenían un grupo de hombres que pusieron a dormir 3 noches seguidas por 8 horas y media. Dejaron pasar al menos 4 semanas y después los hicieron dormir por 3 noches seguidas 4 horas y media nada más. Todos estaban con estricto control de dieta y la única variable significativa fueron las horas de sueño.
Lo que observaron es que los ácidos grasos no esterificados, que al elevarse continuamente aumentan nuestro riesgo de padecer Diabetes tipo 2, aumentaban durante la noche más que los días que dormían poco que los días que dormían las 8 horas y media.
Además, al dormir producimos hormona de crecimiento que nos ayuda a regenerar y reparar células. Pero también observaron en este estudio (y en varios otros) que los niveles de hormona de crecimiento son mucho menores cuando no dormimos profundo y por tiempo suficiente.
También midieron 2 hormonas de estrés: cortisol y noradrenalina. Hay mayor producción de ambas cuando dormían poco.
Por último, midieron la insulina y la glucosa a lo largo de los días de estudio. Los días que dormían poco, produjeron mayor insulina y la glucosa subía más con los mismo alimentos. A la larga observaron que era significativamente mayor la resistencia a la insulina los días de poco sueño.
¿Qué nos deja todo esto de manera práctica?
Que si dormimos poco, a la larga:
- Nuestro cuerpo no se va a recuperar y regenerar de manera adecuada- Nuestras hormonas de estrés van a estar más alta, que cuando la mantenemos así durante mucho tiempo nos va a producir insomnio, ansiedad, depresión, etc.
- Que no vamos a perder peso tan fácil como si durmiéramos bien
- Que es más probable que vayamos a tener problemas con nuestra insulina y padecer Diabetes tipo 2
- Que si ya padecemos Diabetes tipo 2, nos va a costar más trabajo controlarla