Drogas de síntesis

Por Gabriel Giner @esaludcom

Siempre queda la esperanza de pensar que se ha alcanzado un límite que no se puede llegar a traspasar. Ése puede ser el caso de las drogas: hace unos años se podía esperar que en las sustancias adictivas que en ese momento existían se acababa la lucha contra las drogas.

Pero es obvio que no es así, aparecen en el “mercado” unas “nuevas” (entre comillas, porque algunas de estas drogas llevan en el mercado negro más de treinta años, como es el caso del MDMA) sustancias, que denominamos drogas de síntesis, análogos o drogas químicas (anteriormente mal llamadas “de diseño”), que lo único nuevo que presentan es que son fabricadas en laboratorios clandestinos con productos químicos y buscan solamente simular los efectos de otras sustancias que ya existían en el mercado, algo así como “drogas a la carta”, de ahí su anterior denominación.

Para los padres no representan más que un nuevo y desconocido “peligro” al que han de enfrentarse nuestros hijos; pero para ellos, puede llegar a significar la apertura de otro nuevo camino hacia el mundo de las adicciones.

Lo que se ha demostrado con estas drogas es que somos capaces de generar sustancias hasta el infinito mediante combinaciones químicas, siendo sus efectos impredecibles, pudiéndose producir consecuencias de diferentes cualidades e incluso inducir la muerte del consumidor.

Indudablemente, para los que se dedican al “innoble arte” de producir estas drogas, las ventajas con las que pueden contar son mayores que con otro tipo de sustancias, ya que, por una parte, no necesitan cultivar absolutamente nada, pueden abastecer el mercado desde una zona cercana al mismo, sin necesidad de tener que introducirla desde otros continentes; tienen en su mano el poder “construir” la droga que quiera el mercado en cada momento y, por último, cuentan con que son mucho más baratas de fabricar y por ello más económicas a la hora de comprarlas los futuros consumidores.

Origen e historia

Aunque nos solemos referir a las drogas de síntesis como “nuevas”, tenemos que aclarar que tienen ya más de cuarenta años de existencia, dado que las podemos ubicar en el tiempo, aproximadamente, hacia la década de los sesenta.

Curiosamente, su origen se debe a una limitación en el mercado farmacéutico de las anfetaminas, que durante los años sesenta fueron restringidas, lo que dio lugar a que aparecieran los primeros laboratorios clandestinos, que con muy pocos recursos lograron sintetizar sustancias similares a las mencionadas anfetaminas, así como otra larga serie de las que incluso se desconocían los efectos que provocaban.

Muy rápidamente el uso de estas sustancias se fue extendiendo a las áreas de diversión de los jóvenes. Una de las drogas sintéticas más conocida y extendida en los años ochenta fue el “speed” (en inglés velocidad), una metanfetamina de mayor potencia y duración, con efectos más dañinos que las anfetaminas.

Es a partir de los años setenta cuando comienzan a “inundar” el mercado clandestino con una gran cantidad de variantes de estas sustancias con distintos nombres y composiciones químicas, por lo que adoptaron el nombre genérico de “drogas de diseño”, ya que de alguna forma se podían “diseñar” al gusto del consumidor más exigente; además, coincidía en el tiempo con la corriente modernista, en la cual todo estaba hecho por patrones “diferentes”, a los que se les denominaba “de diseño”; en consecuencia, este término atraía mucho más, ya que sugería un contenido vanguardista y atractivo, acorde con los tiempos.

En los años ochenta se vincula el consumo de estas drogas con algunos movimientos musicales de la época. Habría que destacar sobre todo el “Acid house” que nace en la isla de Ibiza y se asocia al consumo de drogas y al sexo. Este tipo de música se desarrolla fundamentalmente para ser bailada introduciendo un gran número de elementos de percusión, ritmos que se repiten una y otra vez de una forma rápida.

Esta música es la que dio paso, con posterioridad, a otro fenómeno musical de gran “calado” en nuestra sociedad, sobre todo por el levante español, conocido como la “ruta del bakalao”. Este movimiento consiste en una especie de “peregrinación” a lo largo de diferentes lugares donde se podía escuchar este tipo de música y donde se consumían drogas sintéticas (fundamentalmente MDMA) para poder “aguantar” sin dormir todo un fin de semana. Este formato fue rápidamente absorbido por otras comunidades autónomas, llegando a generalizarse en gran parte del territorio español.

Podemos considerar estas sustancias como las que mayor desarrollo tienen en la actualidad. Entra dentro de lo que llamamos “drogas recreativas”, asociadas a la fiesta, la diversión y el poder aguantar cuanto más mejor, sea en el estado que sea.

Clasificación y efectos

Intentar abarcar todas las drogas de síntesis que existen en el mercado clandestino sería una cuestión demasiado extensa y quizás improductiva, por lo que trataremos de compendiar las más usuales entre la juventud. Vamos a revisar una clasificación de estas drogas en cuatro grupos:

MDA

Esta droga se empieza a confeccionar [o consumir] en la década de los años sesenta. El objetivo que se persigue al desarrollar esta sustancia es que sea utilizada para adelgazar (como “freno” para el hambre), aunque realmente nunca llegó a las farmacias. Es en los años setenta cuando se declara como droga peligrosa y es entonces cuando alcanza su máxima difusión en los mercados clandestinos.

Esta sustancia es una anfetamina amortiguada, es decir, que presenta los mismos efectos euforizantes pero de una forma más atenuada que los de las anfetaminas. Se le atribuyeron efectos afrodisiacos entre los vendedores y consumidores habituales por lo que la denominación más extendida de esta droga es la de “píldora del amor”, aunque en ocasiones es distribuida como “éxtasis”.

MDMA

Su elaboración respecto de la MDA es anterior (1914, por los laboratorios Merck) pero con el mismo objetivo: “reducir el hambre para conseguir adelgazar”. Se utilizó durante unos pocos años, en la década de los setenta en Norte América y hasta su prohibición, en el mercado farmacéutico, llegando entonces al clandestino.

Uno de los efectos más claros que provoca esta sustancia es el de un estado emocional de empatía, tanto con los comportamientos positivos como con los negativos de otros, aunque siempre hemos de tener en cuenta la cantidad de droga ingerida y la frecuencia de consumo de la misma.

DOM

Componente de otra sustancia que se conoce normalmente como STP (iniciales de Serenidad-Tranquilidad-Paz). Es una sustancia que se asocia al movimiento hippie, uno de los que más repercusión tuvo durante la década de los años sesenta en todo el mundo.

Los efectos más destacados son temblores, taquicardia , aumento de la presión sanguínea y, dependiendo de la dosis ingerida, pueden aparecer alucinaciones y alteraciones diversas de la percepción.

Una droga sintética muy similar en composición y efectos es la DOET (Dimetoxietilanfetamina).

PCP

Esta sustancia data también de los años sesenta y prácticamente desde su nacimiento ya fue considerada como altamente peligrosa. Hay que destacar en esta droga que fueron los propios consumidores los que la calificaron de muy peligrosa, sobre todo por su gran poder de generar alucinaciones normalmente negativas, tal y como las describen los “usuarios” de las mismas. En origen fue creada como un anestésico para los animales (de uso veterinario).

Al igual que sucede con otras drogas sintéticas, ésta también adoptó distintos nombres “atrayentes” en el mercado clandestino, con el fin de “convencer” a los posibles usuarios. Entre otros, los más comunes fueron: “polvo de ángel”, “barco del amor”, “píldora de la paz”, “nube mágica”, “tranquilizante de caballos”.

Consumo y enfermedades

El consumo de drogas de síntesis está unido a movimientos musicales desde sus comienzos, pero en la actualidad se asocia a lo que llamamos las “drogas recreativas”, que se consumen para pasar un fin de semana y poder “aguantar” sin parar, según la percepción que tienen de estas drogas los
jóvenes y consumidores.

La gran mayoría de ellas, por no decir su totalidad, se consumen de forma oral. Tienen un formato de pastilla o cápsula, que suelen ser los más comunes. No obstante sustancias como el MDMA también se usan inhalados e incluso inyectados. Algo similar ocurre con el PCP, que se presenta en forma de polvo blanco para disolverse en agua, u otro líquido cualquiera, e ingerirse bebido, y que rara vez se consume inyectada.

Una de las características más acentuadas del consumo de drogas sintéticas es que sus consumidores habituales no suelen mezclarlas con alcohol, prefiriendo el agua.

Su grado de peligro es, en estas drogas, muy relativo y depende del tipo de sustancia en concreto que se tome, de su frecuencia y de su combinación (consumidores que mezclan distintas drogas sintéticas). Lo más importante que
resaltaría es que sus efectos sobre el organismo son “impredecibles”. Necesitamos que pasen algunos años más para poder saber con mayor certeza qué efectos tienen a largo plazo sobre nuestro cuerpo.

Enfermedades

  • Coronarias: Lo más frecuente son las taquicardias y otras alteraciones del ritmo del corazón.
  • Musculares: Aparecen temblores y movimientos involuntarios del cuerpo. En particular habría que hacer mención del trismo.
  • Piel: Aparece sensación de hormigueo, adormecimiento y ardor intenso.
  • Vista: Pueden aparecer abundantes alteraciones de la visión. Entre las más frecuentes podemos señalar, sin duda, la visión borrosa y las alucinaciones visuales.
  • Otras: Sudoración alta, náuseas, vómitos, sequedad de la boca, parestesias .

Habría que subrayar que los consumidores habituales corren un mayor riesgo de sufrir un “golpe de calor”, en el que aparece una bajada de la presión de la sangre que provoca la pérdida de la consciencia. Otra de las manifestaciones comunes entre este tipo de usuario son los denominados “flash-backs” o alucinaciones continuas (incluso en situaciones de abstinencia, es decir, sin haber tomado drogas de síntesis en ese momento).