Dubrovnik, con razón la perla del Adriático

Por Jmbeltran @Beltran_JoseM


Patrimonio de la Humanidad, ese es el título otorgado por Naciones Unidas en 1979 y que hacen de Dubrovnik , a pesar de los continuos conflictos en los que se ha visto incursa, ser denominada la Perla del Adriático. La actual ciudad, reconstruida casi totalmente después de los bombardeos sufridos tras la declaración de independencia de Croacia, en 1.991, sigue conservando una estética especial en la que el tráfico de vehículos a motor ha sido eliminado. Pasear por sus calles y plazas, descansar en cualquiera de sus innumerables terrazas y observar el fluido tráfico, solo de peatones, es en verdad un verdadero privilegio.

Dos son las principales y únicas entradas a la ciudad amurallada: La Puerta de Pile, en su cara norte, y la que da acceso a la Plaza Luza junto con la Torre del Reloj, estas dos últimas accediendo desde el puerto viejo. Ambas se encuentran en el inicio y final de la verdadera arteria de la ciudad: la Placa o Stradum, que con sus casi 300 metros divide Dubrovnik, la antigua Ragusa, de oeste a este. Es en la Puerta de Pile, que todavía conserva el puente levadizo con el que se defendían los habitantes en caso de ataque y un sistema de doble puerta, donde se exhibe la estatua de San Blas, patrón de la ciudad.

Desde aquí podremos acceder a la muralla y, una vez arriba, tendremos una visión de la Stradun con una perspectiva especial. Es aquí, en esta zona norte, donde la muralla –que tiene una longitud de casi 2 Km.- presenta un mayor grosor en sus muros y es en esta misma zona donde se ubica la Torre Minceta. Junto con la Torre Bokar, nada menos que del siglo XV, y los fuertes de Revelín y de San Juan, son los cuatro puntos considerados estratégicos para la defensa de la ciudad. Recorrida la muralla podremos empezar nuestro paseo por Stari Grad, la ciudad vieja, para admirar sus callejuelas, palacios, cúpulas, su piedra blanca, sus fuentes y sus iglesias. Dos pueden ser los puntos de partida de esta visita, ambos simétricamente enfrentados: La puerta de Pile o el acceso desde el puerto viejo. Yo prefiero este último.

En la preciosa Plaza Luza se concentran importantes monumentos rodeando a la pequeña fuente de Onofrio (más adelante descubriremos la principal). Es la Torre del Reloj, que aunque restaurada en 1.929 data del siglo XV, quien da las horas por medio de dos gatos de bronce, simulados como soldados. Maro y Bravo, que esos son sus nombres hacen sonar la campana, de más de dos toneladas de peso, y que es la única pieza original de la Torre del Reloj. A la vista tendremos también el Palacio de la Gran Guardia, el Palacio Sponza y el del Rector que, aunque reconstruido, podría decir que es uno de las bonitos de Dubrovnik. En sus estancias podemos visitar un museo, una pequeña pero interesante pinacoteca y en otras salas exposición de sellos y monedas. Me llamó mucho la atención, a la entrada, su galería con unos bellos capiteles así como sus soportales.

Nuestra próxima visita es a la Catedral de la Asunción, donde ya destaca su preciosa cúpula. Llama la atención, por no ser habitual, que su altar esté en la orientación oeste aún cuando su planta es de cruz latina. Podemos visitar su tesoro dentro de su capilla barroca y en el que nos encontraremos con una buena colección de relicarios. Retrocediendo en nuestros pasos, antes de llegar a la Stradun, nos encontramos con la Iglesia de San Blas, patrón de la ciudad, y que se halla expuesto en su altar.

Quizás no sepas que esta elegante calle, me refiero por supuesto a La Placa o Stradum, antaño fue un canal. Una vez relleno, en el siglo XII, la ciudad quedó unificada. En sus casi 300 metros de longitud podemos observar la elegancia de sus edificaciones, casi perfectamente alineados. Debe ser por el gran trasiego de nosotros, los turistas, o más sencillo porque esta es la arteria principal de la ciudad porque, si nos fijamos en su suelo, veremos un brillo especial como si se acabase de pulir la calle lo que hace más placentero el paseo. Llena de tiendas, terrazas y restaurantes casi en su final, cerca ya de la Puerta de Pile, se dispone la Gran Fuente de Onofrio que toma su nombre de su artista creador. En su momento fue el principal abastecimiento de agua de la ciudad y aunque ahora se encuentra reconstruida podemos beber agua fresca de cualquiera de sus 16 chorros, que son los únicos originales del monumento.

Ya solo te queda visitar la Iglesia de San Saviour y, a su lado, el gran monasterio franciscano del siglo XIV, antes de que te pierdas por las callejuelas de Dubrovnik para saborear un buen helado, estilo italiano aunque ellos dirán que no, o un dulce pastel de caramelo, típico de la localidad. Claro que, a unos precios turísticos ¡ya me entendéis! Una cerveza viendo el panorama desde una terracita, tampoco está nada mal. Por cierto, si quieres tomar un buen baño en unas aguas cristalinas, encaminándote a la derecha desde el puerto viejo, nada más pasar un club de playa privado, tienes una preciosa playa desde donde podrás tener una panorámica diferente del puerto viejo de Dubrovnik. A nosotros, después de patearnos la ciudad, nos supo a gloria. Así que, disfrutarlo con salud, ciudadanos viajeros.