Por tanto mañana, nuestra chica con síndrome de down comienza en su nuevo colegio. Un punto y aparte en la forma de enfocar su formación académica.
Consciente que en esta ocasión el síndrome de down ha ganado la batalla.
La discapacidad se ha hecho visible y aceptamos que haya llegado el momento de trabajar su integración real desde dentro. En un centro educativo con gran experiencia, destinado a personas con esta alteración genética que sepan exprimir al máximo sus capacidades, siendo mas prácticos en sus conocimientos, potenciando su autonomía, autoestima e independencia. Favoreciendo las habilidades sociales y el ocio entre sus iguales.
Pero tengo un sentimiento agridulce, con sabor a aceptación y a la vez rendición.