Por Psic. Ana Cristina Díaz * Ayuda Psicológica en Línea - Psicólogos por Internet
Esta ocasión abordaré un tema que ha hecho que todos quienes trabajamos con personas, enfoquemos nuestra atención en no sólo un tipo de inteligencia, es decir, la intelectual, que creíamos definía nuestro rendimiento y capacidades, pero, ahora debido a diversas estudios sobre el aprendizaje se ha encontrado que si se educa considerando las emociones de los alumnos podemos lograr un aprendizaje significativo y que va a tener un mayor impacto cuando tenga que hacer uso de ese conocimiento.
Te haré una pregunta: ¿CÓMO TE SIENTES?
Detente, ¿Cuál es tu respuesta?…
Analicemos lo que las personas comúnmente respondemos ante esta simple pregunta: “Estoy bien”, “estoy descansando”, “estoy en mi casa”, “Nada”, “Déjame”, la mayoría de ellas reflejan que desconocen lo que se pregunta o lo evaden, ya que es muy claro lo que se pregunta, que es acerca de mi estado emocional reciente, no por lo que hago, ni en donde estoy, ni lo que quiero que hagan por mí, sino, acerca de mis emociones y sentimientos.
Cuantas veces hemos aplicado estas respuestas: “estoy bien”, “me siento mal”, “no sé que tengo”, dejando con más dudas a la persona con la que charlamos o nos escribimos; si no somos capaces de reconocer nuestras propias emociones tampoco podremos comunicarlas con asertividad.
A esta habilidad le conocemos como identificación de emociones, por lo que debemos aprender a reconocerlas y llamarlas por su nombre. Se conocen seis emociones básicas: enojo, tristeza, alegría, asco, miedo y suspenso, la mayoría de los animales son capaces de experimentar las emociones básicas, sin embargo los humanos podemos generar otras emociones que se conocen como secundarias, estas emociones se describen por niveles hacia el centro de la Rueda de Emociones de Plutchik
Nuestro cerebro responde diferente a los diversos eventos diarios, liberando algunas sustancias que nos ayudan a tener una respuesta emocional acorde a lo que experimentamos y si esa sensación es persistente, nos puede llevar a una emoción que puede mantenerse, disminuir o eliminarse.
Los bebés aprenden a responder en medida de lo que sus padres les van enseñando, por ejemplo a darle un significado a los eventos diarios: cuando se cae el bebé, cuando no se le puede alimentar de inmediato, cuando está enfermo, cuando no puede dormir, etc., de igual forma los bebés comunican sus emociones para que sus cuidadores detecten sus necesidades, y así vamos creciendo… relacionando nuestras acciones con el mundo de nuestras emociones, volviéndose complejo nuestro comportamiento cuando añadimos nuestros pensamientos a la ecuación de nuestros actos.
¿Cómo educar la inteligencia emocional en nuestros hijos?
- Ayuda a identificar sus emociones.
- Comprende lo que pasa, conoce las razones de lo que está sucediendo.
- Apoya y/o enseña a expresar y usar las emociones de manera positiva.
- Enseña alternativas para solucionar conflictos cuando no puedan resolverlos por sí mismos, sin imponer.
- Da amor, comprensión y empatía a sus emociones.
Recuerde que es el guía de su hijo, hay que darse un tiempo para reflexionar: ¿Qué estamos transmitiendo y como lo hacemos?. Si su hijo se lastima, está enfermo o inquieto, deje que exprese lo que siente, necesita de su paciencia y compañía para reconocer sus emociones y manejar la situación.
¿De que manera reacciona su hijo ante los retos del día a día?, ¿Sus reacciones le ayudan a estar bien consigo mismo y los demás?. Enseñe a su hijo a llamar las emociones por su nombre, aliéntelo a encontrar las causas del problema y analizar la situación: “¿Por que las cosas no están funcionando como quisieras?…”
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Puedes consultar la publicación original en Educando con Inteligencia Emocional de Ayuda Psicológica en Línea.