Dedicamos esta última entrega sobre el uso de las contingencias para hablar del castigo con mejores resultados pero a la vez, uno de los que más complicados nos resulta aplicar como adultos: la extinción o retirada de atención.
¿En qué consiste?
Su nombre ya lo indica: No prestar atención al niño, sin entrar en sus posibles provocaciones, rabietas; Sin dejarnos llevar por la rabia, ira o frustración que su respuesta nos provoque en ese primer momento, etc . Acabamos de destapar la razón por la que nos requiere esfuerzo y contención llevar a cabo esta técnica…
De esta forma, conseguiremos que una conducta deje de producirse. No prestar atención es no hablar, no mirar, no hacer ningún comentario sobre la conducta que está haciendo y queremos eliminar.
Es importante tener en cuenta que al principio se producirá algo paradójico: No es que nuestro hijo se de por vencido a la primera, sino que multiplicará la mala conducta para llamar nuestra atención. Precisamente por esto es esencial que mantengamos la paciencia y sigamos con la extinción, ya que antes o después entenderá que ha hecho algo mal y recapacitará.
Si cedemos en vez de aguantar, le estaremos enseñando al niño que portarse así de mal acaba teniendo resultado para conseguir lo que quiere. Esto también ocurrirá si el niño realiza otra conducta negativa y le regañamos (deja de gritar, pero tira una cosa al suelo).
¿Cuándo utilizarlo?
Para eliminar aquellas conductas que no son especialmente perjudiciales para él mismo o los demás, sino una llamada de atención.
Una vez el niño ha realizado aquello que consideramos correcto, acabaría nuestra privación de atención y, ahora sí, le reforzaríamos con una muestra de cariño.
¿Cómo utilizarlo?
Por ejemplo, si quisiéramos que dejara de pedir las cosas gritando, le diríamos que no le íbamos a prestar atención hasta que no lo pidiera tranquilo. No le haríamos caso hasta que lo hiciera bien, pero sin castigos ni refuerzos. (En todo caso, podríamos recordarle en algún momento que hasta que no estuviera tranquilo no le íbamos a atender).
Importante:
– Debemos escoger el momento adecuado para hacerlo: A solas para que no sean otros quienes le hagan caso, o ponernos de acuerdo para que hagan lo mismo que nosotros.
– Si nos cuesta esta técnica estando el niño delante, podemos irnos a otra habitación como si tal cosa.
Eso sí, especificando:
- La conducta problema (“cuando lloras y pataleas…”)
- La emoción que nos produce (“…me haces sentir triste…”)
- La razón por la que nos vamos (“…Te dejo solo para que te tranquilices…”)
- Dónde vamos a estar (“…estaré en el salón…”)
- La solución esperada (“…cuando te tranquilices me buscas y hablamos”)
¡Buena suerte!
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