Investigadores del Instituto Ernst Strüngmann (ESI) de Neurociencia se centraron en la corteza visual temprana, también conocida como V1 que es el área visual más grande del cerebro y la primera en recibir información de la retina. Cuando esta área es estimulada por imágenes fuertes y espacialmente homogéneas, surgen ondas cerebrales (oscilaciones) a una frecuencia específica llamada banda gamma (30–80 Hz). Pero no todas las imágenes generan este efecto en la misma medida.
Los humanos percibimos el color cuando las células fotorreceptoras, los llamados conos, se activan en la retina. Responden a los estímulos de luz convirtiéndolos en señales eléctricas, que luego se transmiten al cerebro. Para reconocer los colores, necesitamos varios tipos de conos. Cada tipo es particularmente receptivo a un rango específico de longitudes de onda: rojo (conos L), verde (conos M) o azul (conos S). Luego, el cerebro compara la fuerza con la que han reaccionado los respectivos conos y deduce una impresión de color.
Funciona de manera similar para todos los seres humanos. Por lo tanto, sería posible definir los colores de manera objetiva midiendo la fuerza con la que activan los diferentes conos de la retina. Los estudios científicos con macacos han demostrado que el sistema visual primitivo de los primates tiene dos ejes de color basados en estos conos: el eje LM compara el rojo con el verde, y el eje S—(L+M) es del amarillo al violeta.
El equipo investigo si el color rojo es especial y si este color causa oscilaciones gamma más fuertes que el verde de intensidad de color comparable (es decir, contraste de cono). También exploraron una pregunta secundaria: ¿las oscilaciones gamma inducidas por el color también pueden detectarse mediante magnetoencefalografía (MEG), un método para medir las actividades magnéticas del cerebro?
Concluyeron que el color rojo no es particularmente fuerte en términos de la fuerza de las oscilaciones gamma que induce. Más bien, el rojo y el verde producen oscilaciones gamma igualmente fuertes en la corteza visual temprana con el mismo contraste absoluto del cono LM. Además, las ondas gamma inducidas por el color se pueden medir en MEG humano cuando se tratan con cuidado, por lo que la investigación futura podría seguir los principios 3R para experimentos con animales (reducir, reemplazar, refinar) utilizando humanos en lugar de primates no humanos.
Los colores que activan solo el cono S (azul) generalmente parecen provocar solo respuestas neuronales débiles en la corteza visual temprana. Hasta cierto punto, esto es de esperar, ya que el cono S es menos común en la retina de los primates, evolutivamente más antiguo y más lento.
Los resultados de este estudio contribuyen a comprender cómo la corteza visual humana temprana codifica imágenes y, algún día, puede usarse para ayudar a desarrollar prótesis visuales. Estas prótesis pueden intentar activar la corteza visual para inducir efectos de percepción similares a la visión en personas con retinas dañadas. Sin embargo, este objetivo aún está muy lejos. Se necesita entender mucho más acerca de las respuestas específicas de la corteza visual a la información visual.
El estudio se publico en la revista eLife.